lunes, 6 de junio de 2011

Formación y transformación docente

INDICE























Introducción

Las profundas transformaciones que se están generando en el mundo, están propiciando una mutabilidad en las sociedades actuales. La posibilidad de participar en comunidades virtuales generando nuevos modos de interactuar, convivir, trabajar, soñar, reír, amar, etc., está dando cuenta de un nuevo fenómeno de relacionalidad humana.

Interactuar a través de un ordenador conectado a la Galaxia Internet para acceder a la sociedad de la información y del conocimiento, y enlazarnos al ciberespacio, hoy es una posibilidad que nos hermana en una sociedad planetaria en la que las barreras del tiempo y la distancia rompen con la geografía y las fronteras convencionales de los estados nacionales. Pero sin lugar a dudas, uno de los escenarios en los que el impacto de esta nueva organización social se está resintiendo con mayor fuerza es en los procesos educacionales. Los sistemas educativos no pueden mostrarse indolentes, ni pasivos, ante este fenómeno de transformación; su inserción en los proceso de reorganización mundial exige adaptarse a las nuevas circunstancias que están viviendo los aprendientes en la era digital. Esta era comporta un cambio paradigmático en la forma de concebir el acto de educar. Implica reconsiderar el sentido de la educación y reescribir una nueva historia, con bases tecnológicas en plena efervescencia. Si ayer los recursos didácticos eran el pizarrón, el gis y el libro, hoy las nuevas tecnologías se convierten en aliados de los educadores para ofrecer a los aprendientes poderosas herramientas para construir, recrear y juzgar el conocimiento.

Para intentar comprender los efectos de los medios digitales en la educación, en las páginas que siguen se comparten reflexiones en torno de la era digital que vivimos. En la primera parte de este Ensayo se describen las revoluciones tecnológicas que le dieron origen a los sistemas escolares. Conocer y comprender este proceso evolutivo permitirá reflexionar respecto de lo que somos y hacemos, así como los retos que enfrentamos en las sociedades de este siglo. Tras ese salto histórico, se describe en seguida el cambio paradigmático derivado de la revolución digital, el ingreso a la Galaxia Internet y a la sociedad de la información y el conocimiento, así como sus bondades educativas.

Más adelante, se comparte, en un análisis breve y analítico, uno de los beneficios que aportan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, al hacer posible una modalidad educativa que abre las puertas de la escuela, que derriba los muros, una educación sin límites: la educación virtual. Al hacerlo se destacan sus principales características, condiciones de operación, alcances y limitaciones. En este mismo apartado se describen los efectos de la virtualidad en la dialogicidad humana, las nuevas identidades que están conformando y sus consecuencias en la integración de las culturas mundiales que rompen con el tradicionalismo impuesto por las sociedades del siglo pasado. En la parte última de este trabajo se describen las características con las que deberá contar el nuevo educador de este siglo. Más que un manual descriptivo, es un intento por hacer emerger la reflexión sobre los procesos formativos en los que debemos implicarnos para adecuarnos a las necesidades educativas de nuestros aprendientes.

Lo que aquí se describe corresponde al Núcleo de Aprendizaje “Educación y medios digitales” del Doctorado en Educación Relacional y Bioaprendizaje”. El aporte conceptual para realizar este trabajo se soportó en las lecturas críticas de autores de las tallas de Brunner, Duart, Tukle, Parra, entre otros; sus juicios respecto del fenómeno de la revolución digital, la globalización, entornos virtuales, la construcción de nuevas identidades a través del ordenador, la convivencia y la relacionalidad humana, sin duda alguna representaron emociones y re-acciones en la construcción de este ensayo.

Al ser la docencia una de las prácticas humanas que comporta libertad, creatividad, criticidad, nos queda claro que ésta solo será posible en la medida en la que estemos dispuestos y comprometidos como educadores a abrir nuestro entendimiento y juicio crítico respecto de las implicaciones que están teniendo las tecnologías de la información y la comunicación en nuestras vidas y particularmente en la educación. Es evidente que si no cambia nuestra forma de sentir, percibir, emocionar y actuar, nada cambiará en la educación.
Las bases tecnológicas de la educación

La educación se encuentra atrapada entre el pasado y el futuro, y el presente no acaba de encontrar el punto de equilibrio para ajustarse al torrente de innovaciones tecnológicas que arriban como una gigantesca ola que, como tsunami, envuelven todas las esferas de nuestras vidas. “Las esperanzas se mezclan con las frustraciones, las utopías con las realidades” (Brunner, 2003: 9), que hacen prever que nos encontramos ante la emergencia de una nueva revolución educativa.

A lo largo de la historia, la educación ha experimentado profundas transformaciones producto de soportes o bases tecnológicas que derrumbaron las brechas del analfabetismo y la proyectaron como garante del tipo de ser humano que las sociedades necesitaban producir: un tipo de ser humano determinado culturalmente. Afirma Brunner (2003) que tres han sido las revoluciones tecnológicas en la educación. En cada una de ellas se reescribió el sentido y el propósito de la tarea educativa, dando cuenta del momento social, económico y político que se vivió en cada época.






La primera revolución tecnológica en la educación aparece hacia la edad media. Hasta antes de la aparición de la escuela, como institución dedicada a la enseñanza, no había un recinto formal que se encargara de tal empresa. Eran las familias las responsables de instruir y cultivar la inteligencia del niño; sin embargo, al aparecer las escuelas parroquiales, la iglesia se hará cargo de esta actividad instruyendo en la moral y la fe cristiana que no era objeto de enseñanza por parte de la tradición familiar.

La educación bajo este contexto se convirtió en una actividad privada, fue un instrumento deliberado, sustentada en métodos y procedimientos especializados y focalizados. En la iglesia se formaban cristianos y se preparaba para el servicio eclesiástico. La enseñanza estaba a cargo de unos cuantos sacerdotes, quienes desde el atrio, claustro o en las puertas de la iglesia transmitían de forma oral la enseñanza religiosa y las artes.

El método de enseñanza era la repetición, los alumnos se agrupaban sin importar las edades. La educación comenzaba tarde y terminaba temprano. No existía la noción de un currículo secuencial de materias, tampoco había lugares separados en función del sexo para la enseñanza. Solo al aparecer las universidades la educación se prolonga más allá de la pubertad.

Este sistema educativo demoró siglos en desarrollarse. Constituyó “una revolución tecnológica de los procesos y productos formativos de la sociedad” (Brunner, 2003: 29). La escuela fue vista como un instrumento para la formación moral y se convirtió en la base del modo de producción educacional de la sociedad; en la célula formativa del capital cultural incorporado e institucionalizado.

De pronto, sin previo aviso, entre el renacimiento y la revolución industrial, aparecerá una segunda revolución educativa en la que el estado tomará bajo sus riendas el control y administración de la educación. La educación se convertirá en política de estado, se volverá una actividad pública. El desarrollo de la imprenta y con ello la aparición de los libros impresos, constituyó un factor decisivo para la nueva producción social del conocimiento.
Es a partir de esta segunda revolución tecnológica, en la que el aula sigue siendo el dispositivo tecnológico por excelencia, que sentará las bases para crear los sistemas escolares públicos, bajo una estructura burocratizada, centralizada y autoritaria.
Este sistema burocratizado se acompañará de “una gradual secularización y homogenización de la educación, facilitada por la aparición de la imprenta, el uso de los idiomas vernáculos y el desarrollo de una incipiente cultura científica” (Brunner, 2003: 31). De la cultura oral se pasará al reino del texto impreso. La difusión de textos tuvo efectos sobre las religiones y las ideologías, base sobre la cual se configuraron los estados nacionales.

De esta manera se observará un tipo de educación que se organiza hacia dentro, distinguiendo y organizando secuencialmente sus materias, y, hacia afuera, imponiendo una serie de regulaciones del comportamiento; los docentes empezarán a especializarse y profesionalizarse, creando un cuerpo burocrático al servicio del estado.

Los alumnos serán clasificados según edades y la tarea educativa se instalará formalmente en las escuelas, bajo normas y principios que deberán ser fielmente acatadas. El propósito educativo ya no es la fe cristiana, va más allá y se extiende a la formación básica, las artes liberales incluyendo ciertos contenidos vocacionales. A partir de esta revolución se hará omnipresente el tipo de escuela tradicional que persiste hasta nuestros días.

Constituidos los estados nacionales y definida la estructura burocratizada del sistema educativo para garantizar su desarrollo y crecimiento surgen, con la revolución industrial, nuevas necesidades educativas que tendrán como propósito la formación de individuos para incorporarse a las actividades económicas propias de la época, dando pauta a una tercera revolución tecnológica: la producción masiva de bienes, que exigirá una fuerza laboral formada en competencias determinadas y una exigente disciplina de la mente y los cuerpos.

Con la tercera revolución la educación se masifica, las sociedades requieren seres humanos alfabetizados. “Leer y escribir se convierte en el pasaporte para ingresar a la Galaxia Gutenberg” (Brunner; 2003: 35) La escuela instruirá sobre la base de la división mecánica del trabajo, la especialización y secuencialización de actividades desarrolladas bajo un férreo control y fiscalización. Al mismo tiempo la masificación de la tarea educativa realizada por la escuela, deberá contribuir a la construcción y crecimiento económico de las naciones, a difundir un sentimiento de pertenencia nacional, así como la exaltación de los valores de la sociedad.

Para lograr su cometido la educación de masas adoptaría un conjunto de técnicas que la caracterizan hasta hoy:

1. Un proceso educativo estandarizado y centrado en el aula
2. Multiplicación de escuelas; coordinadas y supervisadas por una autoridad central
3. Tiempos y tareas formativas llevadas a cabo mediante una rígida administración
4. Creación de un cuerpo profesional de docentes
5. Calificación y promoción de alumnos mediante exámenes continuos
6. Una serie de fundamentos filosóficos y científicos que proporcionan las bases conceptuales y metodológicas para esta empresa. (Brunner, 2003)
La tercera revolución significó un cambio paradigmático; la tarea educativa se aproximó al modelo industrial de masas. Su propósito fue universalizar la educación, convirtiendo al estado en la agencia más grande de colocación docente, y a las escuelas en un medio de producción estandarizado, respondiendo más a intereses políticos, económicos y sociales que a un verdadero interés por la educación en sí misma.


La revolución digital: el encuentro con las tecnologías de la información y comunicación

El paso de la revolución industrial a la postmodernidad en el siglo XX y principios del siglo XXI, trajo enormes implicaciones no solo en el orden económico, político o social, sino también en la configuración de nuevos escenarios que dieron origen a una reorganización mundial.

Si en la revolución industrial la acumulación de riqueza y la producción masiva de bienes y servicios constituyeron la base para destacar en el concierto de las naciones del mundo, en el siglo XXI, dicha base se verá transformada por una revolución digital en la que el nuevo capital humano será la información y la comunicación.

Como nunca en la historia, la información y comunicación se convertirá en una fuerza impulsora de profundos cambios en las formas de vida de los seres humanos. La revolución digital configurará una nueva cartografía que abrirá las fronteras del mundo, para hacer posible un nuevo tipo de organización y a nuevos entornos para la comunicabilidad humana.

Las bases desde la que dicha revolución operará serán la globalización y el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación; entre ambas darán lugar a la sociedad de la información y la comunicación (Brunner, 2003).

La globalización favorecerá “no sólo el movimiento trasnacional de bienes y servicios, sino además de personas, inversiones, ideas, valores y tecnologías” (Brunner, 2003: 45) unificará mercados, sociedades y culturas. Sus efectos se verán reflejados en prácticamente todos los ámbitos de nuestras vidas. Dará lugar a todo un entramado de relaciones que hará posible la convergencia de seres humanos en puntos distintos y distantes del orbe, creando redes de comunicación que rebasarán las estructuras verticales y jerárquicas del siglo pasado.

Las tecnologías de la información y comunicación por su parte, serán el soporte de un nuevo tipo de relaciones que generará la integración, interconexión y formación de redes. Redes que tendrán un enorme impacto no solo en el ámbito de la información y comunicación, sino también en la convivencia humana, pues mientras mayor sea el número de personas conectadas en red, mayores serán las probabilidades de que se produzcan flujos de información y de interacción.

La principal tecnología que hará posible la conexión en redes será la Internet, un recurso que operará como un entramado de redes que hará posible un sinfín de actividades como: negocios, servicios de información, corro electrónico, medios de diversión, modos de enseñanza y aprendizaje, contacto entre las empresas y los consumidores, pero indudablemente potenciará nuevas formas de convivencia y de relaciones humanas.
En el ámbito de la educación, la globalización y las tecnologías de la información serán portadoras de una nueva cultura, implicarán una transformación radical en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Los aprendientes de este siglo deberán ser educados para enfrentar los desafíos de esta era y de los escenarios laborales en los que se incorporarán; requerirán ser formados en competencia digitales, con saberes transdisciplinarios, con habilidades para trabajar en forma colaborativa y cooperativa, con sentido de autorganización, capaces de tomar decisiones, etc.

El cambio de decorado en las escuelas, es decir, su transformación en consonancia con la fuerza impulsora de la globalización y las nuevas tecnologías, más que una moda será el punto de discusión en la política educativa a la hora de decidir las partidas presupuestales. Su valor en términos de calidad, equidad y pertinencia educativa no estará en discusión.


El uso del ordenador, el ingreso a la Galaxia Internet, y con ello el acceso a la sociedad de la información y la comunicación se convertirá en el nuevo silabario de la educación. Ante este escenario las nuevas tecnologías de la información y la comunicación como la televisión digital, la telefonía celular, DVD, internet, multimedia, correo electrónico, redes sociales, chat, blogs, hipertexto, etc., se convertirán en recursos de mediación pedagógica para los sistemas escolares.

El pizarrón, el gis y el libro que soportaron el quehacer pedagógico de los docentes en el siglo pasado, se verán complementados con el pizarrón electrónico, el libro digital, los recursos multimedia, el hipertexto y el cañón. La consulta de fuentes bibliográficas en la biblioteca real, se complementará con las investigaciones realizadas en bibliotecas digitales a través de la red, será un torrente de innovaciones para las que los aprendientes y educadores deberán estar preparados.
Las tecnologías de la información y la comunicación serán un recurso para estimular el aprendizaje, la investigación, para conocer mundos distantes, para admirar las maravillas de la naturaleza, el cuerpo humano, el universo, para viajar por el tiempo, para construir nuevas realidades, en fin para aprender de forma creativa, lúdica, significativa y apasionante.

Pero conviene ser cautos, la era de la digitalización representa también una forma de exclusión, mientras en muchos países del mundo el uso de tales tecnologías es parte de sus ritmos habituales de vida, trabajo y desarrollo personal, en otros más su desarrollo e incorporación es incipiente. Su alto costo, mantenimiento y actualización, hace que los presupuestos asignados al rubro del equipamiento escolar sea una problemática que está marginando a las escuelas de estas innovaciones. El equipamiento tecnológico en las instituciones escolares, su conexión a Internet, la alfabetización digital, sigue siendo una enorme brecha difícil de abatir.

Por otra parte, los sistemas educativos en el plano de su transformación para la incorporación a la sociedad de la información y del conocimiento, en los planes y programas de estudio, no acaban de delinear los saberes y competencias que exige la era digital; bajo esta brecha y la nueva cartografía universal, las hipótesis catastrofistas sobre el futuro de la educación parecen ser avisos de una debacle educativa. Sin embargo, si bien estas limitaciones pesan como presagios o nubarrones que anuncian una fuerte tormenta, también es preciso referir que las bondades que se derivan de la incorporación de las nuevas tecnologías en la educación, abren la puerta a un nuevo escenario educacional que permitirá un nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje.

En este nuevo modelo, la educación comportará una forma diferente de mirar a la enseñanza; el impacto de las nuevas tecnologías en la educación se asumirá como una nueva oportunidad para transformar lo que hacemos; nuevas necesidades educativas surgen, un entorno nuevo aparece para reescribir el rumbo de la educación. Las tecnologías de la información y la comunicación, en el contexto de una educación a lo largo de la vida, serán el escenario ideal para hacer realidad este principio. La educación virtual representará una nueva concepción educativa que implicará una reorganización de la escuela y sus procesos formativos.

Sus bondades en términos de accesibilidad, distancias y tiempos, son el punto de partida de un nuevo tipo de educación, una educación sin límites, sin muros, sin espacio ni tiempo: la educación virtual que hace posible seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida.




La arquitectura de una nueva red: la escuela sin muros
En las sociedades actuales, la escuela no puede seguir educando de la misma manera porque las necesidades formativas son diferentes. Las economías mundiales, la reorganización social y política de los estados nacionales, el flujo cada vez más grande de información y conocimiento que se está generando segundo a segundo a través de la red, el mundo de la fuerza laboral, los nuevos alumnos que se incorporan a las escuelas; son, entre otros, algunos de los elementos que apuntan hacia la conformación de una nueva educación. Una educación que cual diseño de reingeniería comporta una nueva arquitectura: una escuela sin muros.

Si en el pasado reciente la escuela se constituyó sobre la base tecnológica de producir enseñanzas para la incorporación en el mundo de la producción industrial, masificando a la educación, hoy en día el auge de las tecnologías de la información y la comunicación se constituyen en el detonante para abrir las puertas de la escuela en la construcción de una nueva forma de educar. Un nuevo tipo de educación en el que no existen fronteras, ni espacios ni tiempos. De ahora en adelante, la educación no solo será presencial, frontal, cara a cara, en contextos determinados, en tiempos y jornadas preestablecidas por las instituciones educativas; compartirá su tarea formativa con la educación a distancia o virtual.

La educación virtual es “una modalidad educativa apoyada en las redes de comunicación, la informática e Internet, que utiliza un sistema de estudios apoyados sobre un diseño instruccional, orientado por una propuesta pedagógica de gradualidad analógica, para llevar formación profesional a regiones y contextos sociales, que por sus condiciones no están dentro de la cobertura de las universidades tradicionales” (Parra, 2007: 15)

Comporta entornos inéditos, que rompen con la visión de la escuela tradicional. Una biblioteca, un jardín, una oficina, la casa, etc., constituyen escenarios que hacen posible, desde el dispositivo personal de un ordenador conectado a Internet, esta modalidad educativa. Por otro lado, las facilidades que brinda respecto de la distancia, tiempo, recursos, costos, etc., la hacen ser una oportunidad formativa para quienes por cuestiones personales, familiares, laborales, físicos, económicas, etc., le resulta imposible asistir a la escuela presencial.

Dentro de sus principales características destacan los elementos tecnológicos que la soportan; es decir, la educación virtual, requiere en primer lugar de una plataforma tecnológica, este soporte será el motor que impulse todos los demás elementos de su propuesta pedagógica, ya que en esta plataforma se instalan los programas, materiales, diseños instruccionales y todo aquello que haga posible al aprendiente encontrar certidumbre respecto de su proceso formativo (Parra, 2007). En algunas de las universidades que ofertan ese tipo de educación, la rapidez y facilidades que brinda la plataforma tecnológica constituye el factor clave para que los aprendientes decidan o no realizar estudios de licenciatura o posgrado. En México, algunas de las Universidades que se destacan por su plataforma tecnológica son la UNAM y el Tecnológico de Monterrey, entre otras.

El espacio en el que se construye el conocimiento en esta perspectiva educativa es el aula virtual, concebida como “el escenario donde se producen las prácticas pedagógicas. Abarca los procesos y relaciones que allí se producen y en donde se dan formaciones específicas, configuraciones de tareas y de encuentro entre los actores” (Parra, 2007: 26) Es este el espacio en el que los aprendientes construyen el conocimiento mediante procesos de interacción con los grupos de aprendizaje y con los docentes. Representan el lugar en el que se encuentran las materias de estudio, así como los materiales de aprendizaje.




Las organizaciones virtuales deben actuar en función de los siguientes parámetros:
1. No presencialidad, es decir asincrónico ( sin coincidencia en el tiempo y en el espacio)
2. Transversal, para favorecer el trabajo multidisciplinario e interdisciplinario de los aprendientes
3. Global, concebido como un todo, holístico.
Estos parámetros confieren a la educación virtual características singulares que permiten suponer una revolución en los procesos de enseñanza.

Otra característica de esta modalidad educativa es el tipo de aprendientes que conforman los grupos de aprendizaje. Regularmente se trata de personas que rebasan la mayoría de edad. Su presencia en la educación virtual, obedece a diferentes razones que regularmente tienen que ver con la disposición de tiempo, trabajo y compromisos personales, en otros casos su presencia se debe al tipo de programa que se ofrece y que no existe en la educación presencial.

El aprendiente en los entornos virtuales es un sujeto activo, con iniciativa propia; un investigador recursivo, autónomo, con juicio crítico, capaz de autorganizarse y creador de sus propias estrategias de estudio; organizado en sus tiempos, sus tareas y responsabilidades.

El papel del docente en los entornos virtuales adquiere un significado especial, funge como mediador virtual, actúa como un orientador o facilitador del aprendizaje, su mediación se manifiesta en las estrategias didácticas para la selección, ejecución y evaluación, pero también en la capacidad para motivar, estimular y empatizar con los grupos de aprendizaje.

La metodología está centrada en el estudiante, esta debe ser flexible, de cooperación, personalizada e interactiva. Cada materia de formación debe disponer de una serie de posibilidades de trabajo; debates, foros, mensajes electrónicos, actividades, enlaces, etc.

Aunque en la actualidad existen muchos detractores sobre este tipo de educación, al ser juzgada como superficial, de poca calidad, sin referencia inmediata para la actividad profesional, porque no se pone en contacto a las aprendientes con el mundo real de trabajo, son más sus virtudes que sus limitaciones. La diferencia más importante entre la educación en la presencialidad y en la virtualidad reside en el cambio de medio y en el potencial educativo que se deriva de la optimización del uso de cada medio.

Educar en la virtualidad comporta construir nuevas relaciones, genera procesos de convivencia entre los grupos de aprendizaje, hace posible traspasar el umbral de lo cotidiano; constituye una nueva experiencia para la comunicabilidad humana. “Los ordenadores no solo hacen cosas para nosotros, sino que hacen cosas con nosotros, incluyendo a nuestros modos de pensar sobre nosotros mismo y otras personas” (Turkle, 2001: 36).

Configura una forma de ser y hacer, adquiere un sentido especial cuando los aprendientes se expresan en la libertad a través del correo electrónico, chat y grupos sociales, no solo para aprender sino también para relacionarse en la intimidad de sus emociones, pasiones, deseos, sentimientos, etc., en los que se proyectan sus propios dramas y esperanzas. Su influencia sutil adquiere proporciones inusitadas en la construcción de una nueva cultura, que configura un nuevo tipo de sociedad virtual.

Pero también es justo mencionar que este tipo de educación puede ser un eslogan o un recurso para que instituciones escolares sin ética ofrezcan este tipo de servicio sin contar con las condiciones adecuadas para su operatividad y sin docentes que estén debidamente capacitados en el manejo de las tecnologías de la información y del conocimiento, en propuestas pedagógicas innovadoras, porque como hemos visto el docente en la presencialidad y en la virtualidad comportan diferencias que implican el desarrollo de habilidades digitales, conceptuales y motivacionales que inviten a formarse en estos entornos de aprendizaje.
Formación y transformación docente: Del abc de profesor a la www
La generación de información y conocimiento a través de Internet ha roto con la idea del saber acabado. Segundo a segundo nuevos descubrimientos e innovaciones muestran la precariedad del conocimiento enciclopédico, pero también la prescripción de nuestros procesos formativos.

En las sociedades de hoy, las profesiones tienen fecha de caducidad. La evolución del conocimiento y las nuevas necesidades formativas, instan a re-aprender para adecuarse a las exigencias de la postmodernidad. Este fenómeno alcanza a la docencia. Si ayer era suficiente la preparación que se recibía en las instituciones encargadas de formar a los docentes, hoy ya no lo es, porque las necesidades educativas de los docentes y aprendientes son distintas.

La reorganización de los sistemas y estructuras de los estados nacionales, la fuerza de la globalización, el mercado laboral y la construcción de una nueva cultura, mediadas por el desarrollo de los medios digitales, impone un reto enorme para los educadores. Tendrán que salir de su estado de confort y adecuarse a las condiciones actuales.Tarea complicada por la resistencia al cambio y por el pesimismo que se tiene respecto de las potencialidades de los medios digitales para educar.

La brecha entre docentes conectados y desconectados, entre quienes ha desarrollado habilidades digitales y los que siguen trabajando con gis, pizarrón y libro, aun es enorme. Mientras que los aprendientes se encuentran atrapados y eclipsados por los alcances de estas tecnologías, los docentes bregan un paso atrás. Siguen atrapados en el inmovilismo, en el estatismo, en la resistencia a romper paradigmas, en la seguridad de sus prácticas, en el tradicionalismo que les impuso la escuela del pasado.

En el mar de las justificaciones para incorporar las tecnologías de la información y comunicación en los procesos educativos, como la negativa para crear una cuenta de correo electrónico, la adquisición de un ordenador, la antigüedad en la docencia, las pocas habilidades digitales, la formación continua, etc., indican una fuerte resistencia al cambio y a la actualización docente.

Si bien en muchas de las instituciones escolares se cuenta con aulas de medios o sala de computación, los docentes de algunos niveles educativos aprovechan estos espacios para dedicarse a otras actividades; en otros casos la instrucción se limita a la alfabetización digital más que en potenciar su uso como medio creativo para enriquecer sus prácticas pedagógicas.

Desde el lado de la institucional los responsables de los sistemas educativos están realizando esfuerzos importantes para actualizar en forma permanente a sus docentes; ofreciendo diplomados, talleres y cursos, sobre habilidades y competencias digitales, pero estos cursos resultan inadecuados y en la mayoría de los casos se quedan desiertos.

Como se puede desprender de lo dicho hasta ahora, los docentes de hoy deben resignificar su labor, comprometerse con la formación continua y permanente y reconsiderar que si se quiere estar en sincronía con los tiempos actuales es preciso integrarse y utilizar las potencialidades de los medios digitales. Hace falta re-pensar que la actualización y formación docente necesita de una actitud comprometida y consciente de los educadores, hace falta dar el salto evolutivo hacia la sociedad de la información y del conocimiento y la única manera de lograrlo es configurando una nueva formación docente.

Si seguimos pensando que las tecnologías de la información, lejos de facilitar la tarea educativa la entorpecen, seguiremos transitando por un sendero que apuntará hacia la crisis educativa que vivimos.
Las tecnologías de la información y la comunicación, resultan ser recursos inusitados para enriquecer nuestro práctica docente. Las experiencias personales que los docentes y aprendientes configuran a través de los medios digitales, son una prueba del poder creativo que despliegan. La formación docente para la transformación educativa en la era digital, es un imperativo que no puede seguir soslayándose.

En este análisis y reflexión sobre las características que deberá tener el nuevo docente en la era digital, conviene ser cautos; la formación docente para la transformación educativa no se resolverá con un listado de buenas intenciones, es necesario, además, tomar consciencia de que el elemento de transformación en la formación docente debe iniciar por cuenta propia, por el deseo de seguir aprendiendo a lo largo de la vida, por amor a la docencia, por el compromiso que tenemos con la educación; porque en ninguna actividad se resienten los efectos de forma dramática como en la educación.

Por lo que se ha dicho hasta ahora, se considera que algunas de las características que deberán tener los nuevos docentes de este siglo serán:
• Una persona abierta al cambio, capaz de experimentar y mirar a los medios digitales como herramientas pedagógicas para estimular el aprendizaje
• Con un amplio sentido de solidaridad, responsabilidad, empatía y asertividad
• Colaborativo y cooperativo con sus aprendientes y con su propia red académica
• Con habilidades digitales y organizativas para acceder a la red, consultar información, crear recursos didácticos interactivos, multimedia, adecuar contenidos, diseñar su planeación didáctica y metodología, etc.
• Una persona que respeta y conoce a sus aprendiente, sin que la edad, nivel social, capacidades, sean limitaciones para excluirlo del proceso educativo.
• Capaz de dialogar e interactuar con sus aprendientes para motivarlos, orientarlos y valorar sus progresos formativos, tanto en forma presencial como virtual
Las características del nuevo formador son una nueva oportunidad para reinterpretar y repensar a la educación, para resituarse ante un contexto que se nos presenta abierto, incierto y complejo. Un camino nuevo a explorar que debemos tener presente para afrontar los retos formativos que se nos plantean en este nuevo siglo.

El abc del educador debe transformarse en el www (Word, wide web) para propiciar encuentros en el ciberespacio que les permita a los aprendientes reconocer su capacidad para interactuar, dialogar y construir una nueva relacionalidad humana con consciencia del mundo del que forman parte. La era digital y sus innovaciones serán en el presente, el nuevo silabario de la educación, la www desde ahora permitirá reconstruir el valor pedagógico que le otorgamos a la educación. Este es el camino que de ahora en adelante transitaremos en busca de la transformación educativa.

Conclusiones

En el desarrollo de este trabajo se describieron las revoluciones tecnológicas que impactaron a la educación y establecieron las bases o soportes que definieron sus fines y objetivos, en congruencia con las necesidades sociales y políticas de cada época.

Al analizar la forma en la que surgió la escuela y su paulatina configuración como instrumento ideológico y económico, para construir las estructuras y sistemas de los estados nacionales, se resaltó el grado de manipulación de la que fue objeto, haciendo de la empresa educativa un instrumento al servicio del estado; base desde la cual se dio forma a los sistemas escolares que aún persisten en la actualidad.

Tras analizar los efectos del control y administración estatal de la educación, se dio cuenta del fenómeno de la globalización y del surgimiento de una nueva revolución que tendría como base a las tecnologías de la información y comunicación. En este mismo apartado se destacaron las potencialidades de los medios digitales como herramientas de mediación pedagógica qué hicieron posible el surgimiento de una modalidad escolar llamada educación virtual.

Al hablar de la educación virtual se destacó que ésta complementa a la escuela tradicional o presencial y abre nuevas vías para aprender a lo largo de la vida. Para comprender las bases desde la cual se opera en la virtualidad se caracterizaron sus principales componentes.

De la misma manera se resaltaron algunos de los detractores que ponen en tela de juicio la validez de este tipo de estudios, y los riesgos que enfrentan los aprendientes desde este tipo de formación académica.

De la misma manera se expresó que la virtualidad no solo es un medio para aprender, sino también para construir nuevas realidades y formas de ser, que dan origen a nuevas identidades, emociones y estados de convivencia.

Con toda esta base se delinearon las características que debe reunir el nuevo docente de este siglo: abierto al cambio, innovador, hábil en el manejo de los medios digitales, solidario, capaz de experimentar, colaborador y cooperativo, etc., pero sobre todo con una capacidad de análisis y juicio crítico para tomar decisiones que inciten y motiven a los aprendientes a aprender.

El desarrollo sorprendente de las tecnologías de la información y la comunicación, la Galaxia Internet, el fenómeno de la globalización, el ingreso a la sociedad de la información y la comunicación, los nuevos escenarios laborales, la exigencias de la economía mundial, los problemas ecológicos, las nuevas identidades que se están conformando a través del ordenador, el desarrollo de la educación virtual y la nueva formación docente para la presencialidad y la virtualidad, son entre otros, elementos más que suficientes para reorientar el sentido de la educación.

No obstante, si el cambio solo es de discurso y no opera desde nuestra sensibilidad, desde nuestro corazón, desde nuestro ser, entonces nada cambiará en la educación. La formación docente para la transformación educativa debe ser un imperativo en el que debemos transitar para ofrecer a nuestros aprendientes mejores oportunidades de desarrollo y aprendizaje. El reto es enorme, por las dificultades que comporta superar los obstáculos y resistencias tanto del sistema como personales. Los educadores de este siglo debemos estar convencidos, para actuar en consecuencia, que ninguna actividad o profesión como la docencia, tendrá tantas consecuencias en la configuración del ser humano que habrá de seguir escribiendo la historia de la educción.

Referencias bibliográficas

 Brünner, José Joaquín (2003), Educación e Internet ¿La próxima revolución? Chile: Siglo XXI Editores.
 Duart, Josep M. y Sangrá, Albert (Compiladores) (2005). Aprender en la virtualidad. España: Ediciones de la Universitat Oberta de Catalunya-Gedisa
 Parra Castrillón, Eucario et al. (2007), Educación virtual: escenarios para la afectividad y la convivencia.
 Turkle, Sherry (1997). La vida en la pantalla. La construcción de la identidad en la era de Internet. Barcelona: PaidosCastells, Manuel (2001). La galaxia Internet. Madrid: Editorial Areté.