lunes, 6 de junio de 2011

Formación y transformación docente

INDICE























Introducción

Las profundas transformaciones que se están generando en el mundo, están propiciando una mutabilidad en las sociedades actuales. La posibilidad de participar en comunidades virtuales generando nuevos modos de interactuar, convivir, trabajar, soñar, reír, amar, etc., está dando cuenta de un nuevo fenómeno de relacionalidad humana.

Interactuar a través de un ordenador conectado a la Galaxia Internet para acceder a la sociedad de la información y del conocimiento, y enlazarnos al ciberespacio, hoy es una posibilidad que nos hermana en una sociedad planetaria en la que las barreras del tiempo y la distancia rompen con la geografía y las fronteras convencionales de los estados nacionales. Pero sin lugar a dudas, uno de los escenarios en los que el impacto de esta nueva organización social se está resintiendo con mayor fuerza es en los procesos educacionales. Los sistemas educativos no pueden mostrarse indolentes, ni pasivos, ante este fenómeno de transformación; su inserción en los proceso de reorganización mundial exige adaptarse a las nuevas circunstancias que están viviendo los aprendientes en la era digital. Esta era comporta un cambio paradigmático en la forma de concebir el acto de educar. Implica reconsiderar el sentido de la educación y reescribir una nueva historia, con bases tecnológicas en plena efervescencia. Si ayer los recursos didácticos eran el pizarrón, el gis y el libro, hoy las nuevas tecnologías se convierten en aliados de los educadores para ofrecer a los aprendientes poderosas herramientas para construir, recrear y juzgar el conocimiento.

Para intentar comprender los efectos de los medios digitales en la educación, en las páginas que siguen se comparten reflexiones en torno de la era digital que vivimos. En la primera parte de este Ensayo se describen las revoluciones tecnológicas que le dieron origen a los sistemas escolares. Conocer y comprender este proceso evolutivo permitirá reflexionar respecto de lo que somos y hacemos, así como los retos que enfrentamos en las sociedades de este siglo. Tras ese salto histórico, se describe en seguida el cambio paradigmático derivado de la revolución digital, el ingreso a la Galaxia Internet y a la sociedad de la información y el conocimiento, así como sus bondades educativas.

Más adelante, se comparte, en un análisis breve y analítico, uno de los beneficios que aportan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, al hacer posible una modalidad educativa que abre las puertas de la escuela, que derriba los muros, una educación sin límites: la educación virtual. Al hacerlo se destacan sus principales características, condiciones de operación, alcances y limitaciones. En este mismo apartado se describen los efectos de la virtualidad en la dialogicidad humana, las nuevas identidades que están conformando y sus consecuencias en la integración de las culturas mundiales que rompen con el tradicionalismo impuesto por las sociedades del siglo pasado. En la parte última de este trabajo se describen las características con las que deberá contar el nuevo educador de este siglo. Más que un manual descriptivo, es un intento por hacer emerger la reflexión sobre los procesos formativos en los que debemos implicarnos para adecuarnos a las necesidades educativas de nuestros aprendientes.

Lo que aquí se describe corresponde al Núcleo de Aprendizaje “Educación y medios digitales” del Doctorado en Educación Relacional y Bioaprendizaje”. El aporte conceptual para realizar este trabajo se soportó en las lecturas críticas de autores de las tallas de Brunner, Duart, Tukle, Parra, entre otros; sus juicios respecto del fenómeno de la revolución digital, la globalización, entornos virtuales, la construcción de nuevas identidades a través del ordenador, la convivencia y la relacionalidad humana, sin duda alguna representaron emociones y re-acciones en la construcción de este ensayo.

Al ser la docencia una de las prácticas humanas que comporta libertad, creatividad, criticidad, nos queda claro que ésta solo será posible en la medida en la que estemos dispuestos y comprometidos como educadores a abrir nuestro entendimiento y juicio crítico respecto de las implicaciones que están teniendo las tecnologías de la información y la comunicación en nuestras vidas y particularmente en la educación. Es evidente que si no cambia nuestra forma de sentir, percibir, emocionar y actuar, nada cambiará en la educación.
Las bases tecnológicas de la educación

La educación se encuentra atrapada entre el pasado y el futuro, y el presente no acaba de encontrar el punto de equilibrio para ajustarse al torrente de innovaciones tecnológicas que arriban como una gigantesca ola que, como tsunami, envuelven todas las esferas de nuestras vidas. “Las esperanzas se mezclan con las frustraciones, las utopías con las realidades” (Brunner, 2003: 9), que hacen prever que nos encontramos ante la emergencia de una nueva revolución educativa.

A lo largo de la historia, la educación ha experimentado profundas transformaciones producto de soportes o bases tecnológicas que derrumbaron las brechas del analfabetismo y la proyectaron como garante del tipo de ser humano que las sociedades necesitaban producir: un tipo de ser humano determinado culturalmente. Afirma Brunner (2003) que tres han sido las revoluciones tecnológicas en la educación. En cada una de ellas se reescribió el sentido y el propósito de la tarea educativa, dando cuenta del momento social, económico y político que se vivió en cada época.






La primera revolución tecnológica en la educación aparece hacia la edad media. Hasta antes de la aparición de la escuela, como institución dedicada a la enseñanza, no había un recinto formal que se encargara de tal empresa. Eran las familias las responsables de instruir y cultivar la inteligencia del niño; sin embargo, al aparecer las escuelas parroquiales, la iglesia se hará cargo de esta actividad instruyendo en la moral y la fe cristiana que no era objeto de enseñanza por parte de la tradición familiar.

La educación bajo este contexto se convirtió en una actividad privada, fue un instrumento deliberado, sustentada en métodos y procedimientos especializados y focalizados. En la iglesia se formaban cristianos y se preparaba para el servicio eclesiástico. La enseñanza estaba a cargo de unos cuantos sacerdotes, quienes desde el atrio, claustro o en las puertas de la iglesia transmitían de forma oral la enseñanza religiosa y las artes.

El método de enseñanza era la repetición, los alumnos se agrupaban sin importar las edades. La educación comenzaba tarde y terminaba temprano. No existía la noción de un currículo secuencial de materias, tampoco había lugares separados en función del sexo para la enseñanza. Solo al aparecer las universidades la educación se prolonga más allá de la pubertad.

Este sistema educativo demoró siglos en desarrollarse. Constituyó “una revolución tecnológica de los procesos y productos formativos de la sociedad” (Brunner, 2003: 29). La escuela fue vista como un instrumento para la formación moral y se convirtió en la base del modo de producción educacional de la sociedad; en la célula formativa del capital cultural incorporado e institucionalizado.

De pronto, sin previo aviso, entre el renacimiento y la revolución industrial, aparecerá una segunda revolución educativa en la que el estado tomará bajo sus riendas el control y administración de la educación. La educación se convertirá en política de estado, se volverá una actividad pública. El desarrollo de la imprenta y con ello la aparición de los libros impresos, constituyó un factor decisivo para la nueva producción social del conocimiento.
Es a partir de esta segunda revolución tecnológica, en la que el aula sigue siendo el dispositivo tecnológico por excelencia, que sentará las bases para crear los sistemas escolares públicos, bajo una estructura burocratizada, centralizada y autoritaria.
Este sistema burocratizado se acompañará de “una gradual secularización y homogenización de la educación, facilitada por la aparición de la imprenta, el uso de los idiomas vernáculos y el desarrollo de una incipiente cultura científica” (Brunner, 2003: 31). De la cultura oral se pasará al reino del texto impreso. La difusión de textos tuvo efectos sobre las religiones y las ideologías, base sobre la cual se configuraron los estados nacionales.

De esta manera se observará un tipo de educación que se organiza hacia dentro, distinguiendo y organizando secuencialmente sus materias, y, hacia afuera, imponiendo una serie de regulaciones del comportamiento; los docentes empezarán a especializarse y profesionalizarse, creando un cuerpo burocrático al servicio del estado.

Los alumnos serán clasificados según edades y la tarea educativa se instalará formalmente en las escuelas, bajo normas y principios que deberán ser fielmente acatadas. El propósito educativo ya no es la fe cristiana, va más allá y se extiende a la formación básica, las artes liberales incluyendo ciertos contenidos vocacionales. A partir de esta revolución se hará omnipresente el tipo de escuela tradicional que persiste hasta nuestros días.

Constituidos los estados nacionales y definida la estructura burocratizada del sistema educativo para garantizar su desarrollo y crecimiento surgen, con la revolución industrial, nuevas necesidades educativas que tendrán como propósito la formación de individuos para incorporarse a las actividades económicas propias de la época, dando pauta a una tercera revolución tecnológica: la producción masiva de bienes, que exigirá una fuerza laboral formada en competencias determinadas y una exigente disciplina de la mente y los cuerpos.

Con la tercera revolución la educación se masifica, las sociedades requieren seres humanos alfabetizados. “Leer y escribir se convierte en el pasaporte para ingresar a la Galaxia Gutenberg” (Brunner; 2003: 35) La escuela instruirá sobre la base de la división mecánica del trabajo, la especialización y secuencialización de actividades desarrolladas bajo un férreo control y fiscalización. Al mismo tiempo la masificación de la tarea educativa realizada por la escuela, deberá contribuir a la construcción y crecimiento económico de las naciones, a difundir un sentimiento de pertenencia nacional, así como la exaltación de los valores de la sociedad.

Para lograr su cometido la educación de masas adoptaría un conjunto de técnicas que la caracterizan hasta hoy:

1. Un proceso educativo estandarizado y centrado en el aula
2. Multiplicación de escuelas; coordinadas y supervisadas por una autoridad central
3. Tiempos y tareas formativas llevadas a cabo mediante una rígida administración
4. Creación de un cuerpo profesional de docentes
5. Calificación y promoción de alumnos mediante exámenes continuos
6. Una serie de fundamentos filosóficos y científicos que proporcionan las bases conceptuales y metodológicas para esta empresa. (Brunner, 2003)
La tercera revolución significó un cambio paradigmático; la tarea educativa se aproximó al modelo industrial de masas. Su propósito fue universalizar la educación, convirtiendo al estado en la agencia más grande de colocación docente, y a las escuelas en un medio de producción estandarizado, respondiendo más a intereses políticos, económicos y sociales que a un verdadero interés por la educación en sí misma.


La revolución digital: el encuentro con las tecnologías de la información y comunicación

El paso de la revolución industrial a la postmodernidad en el siglo XX y principios del siglo XXI, trajo enormes implicaciones no solo en el orden económico, político o social, sino también en la configuración de nuevos escenarios que dieron origen a una reorganización mundial.

Si en la revolución industrial la acumulación de riqueza y la producción masiva de bienes y servicios constituyeron la base para destacar en el concierto de las naciones del mundo, en el siglo XXI, dicha base se verá transformada por una revolución digital en la que el nuevo capital humano será la información y la comunicación.

Como nunca en la historia, la información y comunicación se convertirá en una fuerza impulsora de profundos cambios en las formas de vida de los seres humanos. La revolución digital configurará una nueva cartografía que abrirá las fronteras del mundo, para hacer posible un nuevo tipo de organización y a nuevos entornos para la comunicabilidad humana.

Las bases desde la que dicha revolución operará serán la globalización y el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación; entre ambas darán lugar a la sociedad de la información y la comunicación (Brunner, 2003).

La globalización favorecerá “no sólo el movimiento trasnacional de bienes y servicios, sino además de personas, inversiones, ideas, valores y tecnologías” (Brunner, 2003: 45) unificará mercados, sociedades y culturas. Sus efectos se verán reflejados en prácticamente todos los ámbitos de nuestras vidas. Dará lugar a todo un entramado de relaciones que hará posible la convergencia de seres humanos en puntos distintos y distantes del orbe, creando redes de comunicación que rebasarán las estructuras verticales y jerárquicas del siglo pasado.

Las tecnologías de la información y comunicación por su parte, serán el soporte de un nuevo tipo de relaciones que generará la integración, interconexión y formación de redes. Redes que tendrán un enorme impacto no solo en el ámbito de la información y comunicación, sino también en la convivencia humana, pues mientras mayor sea el número de personas conectadas en red, mayores serán las probabilidades de que se produzcan flujos de información y de interacción.

La principal tecnología que hará posible la conexión en redes será la Internet, un recurso que operará como un entramado de redes que hará posible un sinfín de actividades como: negocios, servicios de información, corro electrónico, medios de diversión, modos de enseñanza y aprendizaje, contacto entre las empresas y los consumidores, pero indudablemente potenciará nuevas formas de convivencia y de relaciones humanas.
En el ámbito de la educación, la globalización y las tecnologías de la información serán portadoras de una nueva cultura, implicarán una transformación radical en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Los aprendientes de este siglo deberán ser educados para enfrentar los desafíos de esta era y de los escenarios laborales en los que se incorporarán; requerirán ser formados en competencia digitales, con saberes transdisciplinarios, con habilidades para trabajar en forma colaborativa y cooperativa, con sentido de autorganización, capaces de tomar decisiones, etc.

El cambio de decorado en las escuelas, es decir, su transformación en consonancia con la fuerza impulsora de la globalización y las nuevas tecnologías, más que una moda será el punto de discusión en la política educativa a la hora de decidir las partidas presupuestales. Su valor en términos de calidad, equidad y pertinencia educativa no estará en discusión.


El uso del ordenador, el ingreso a la Galaxia Internet, y con ello el acceso a la sociedad de la información y la comunicación se convertirá en el nuevo silabario de la educación. Ante este escenario las nuevas tecnologías de la información y la comunicación como la televisión digital, la telefonía celular, DVD, internet, multimedia, correo electrónico, redes sociales, chat, blogs, hipertexto, etc., se convertirán en recursos de mediación pedagógica para los sistemas escolares.

El pizarrón, el gis y el libro que soportaron el quehacer pedagógico de los docentes en el siglo pasado, se verán complementados con el pizarrón electrónico, el libro digital, los recursos multimedia, el hipertexto y el cañón. La consulta de fuentes bibliográficas en la biblioteca real, se complementará con las investigaciones realizadas en bibliotecas digitales a través de la red, será un torrente de innovaciones para las que los aprendientes y educadores deberán estar preparados.
Las tecnologías de la información y la comunicación serán un recurso para estimular el aprendizaje, la investigación, para conocer mundos distantes, para admirar las maravillas de la naturaleza, el cuerpo humano, el universo, para viajar por el tiempo, para construir nuevas realidades, en fin para aprender de forma creativa, lúdica, significativa y apasionante.

Pero conviene ser cautos, la era de la digitalización representa también una forma de exclusión, mientras en muchos países del mundo el uso de tales tecnologías es parte de sus ritmos habituales de vida, trabajo y desarrollo personal, en otros más su desarrollo e incorporación es incipiente. Su alto costo, mantenimiento y actualización, hace que los presupuestos asignados al rubro del equipamiento escolar sea una problemática que está marginando a las escuelas de estas innovaciones. El equipamiento tecnológico en las instituciones escolares, su conexión a Internet, la alfabetización digital, sigue siendo una enorme brecha difícil de abatir.

Por otra parte, los sistemas educativos en el plano de su transformación para la incorporación a la sociedad de la información y del conocimiento, en los planes y programas de estudio, no acaban de delinear los saberes y competencias que exige la era digital; bajo esta brecha y la nueva cartografía universal, las hipótesis catastrofistas sobre el futuro de la educación parecen ser avisos de una debacle educativa. Sin embargo, si bien estas limitaciones pesan como presagios o nubarrones que anuncian una fuerte tormenta, también es preciso referir que las bondades que se derivan de la incorporación de las nuevas tecnologías en la educación, abren la puerta a un nuevo escenario educacional que permitirá un nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje.

En este nuevo modelo, la educación comportará una forma diferente de mirar a la enseñanza; el impacto de las nuevas tecnologías en la educación se asumirá como una nueva oportunidad para transformar lo que hacemos; nuevas necesidades educativas surgen, un entorno nuevo aparece para reescribir el rumbo de la educación. Las tecnologías de la información y la comunicación, en el contexto de una educación a lo largo de la vida, serán el escenario ideal para hacer realidad este principio. La educación virtual representará una nueva concepción educativa que implicará una reorganización de la escuela y sus procesos formativos.

Sus bondades en términos de accesibilidad, distancias y tiempos, son el punto de partida de un nuevo tipo de educación, una educación sin límites, sin muros, sin espacio ni tiempo: la educación virtual que hace posible seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida.




La arquitectura de una nueva red: la escuela sin muros
En las sociedades actuales, la escuela no puede seguir educando de la misma manera porque las necesidades formativas son diferentes. Las economías mundiales, la reorganización social y política de los estados nacionales, el flujo cada vez más grande de información y conocimiento que se está generando segundo a segundo a través de la red, el mundo de la fuerza laboral, los nuevos alumnos que se incorporan a las escuelas; son, entre otros, algunos de los elementos que apuntan hacia la conformación de una nueva educación. Una educación que cual diseño de reingeniería comporta una nueva arquitectura: una escuela sin muros.

Si en el pasado reciente la escuela se constituyó sobre la base tecnológica de producir enseñanzas para la incorporación en el mundo de la producción industrial, masificando a la educación, hoy en día el auge de las tecnologías de la información y la comunicación se constituyen en el detonante para abrir las puertas de la escuela en la construcción de una nueva forma de educar. Un nuevo tipo de educación en el que no existen fronteras, ni espacios ni tiempos. De ahora en adelante, la educación no solo será presencial, frontal, cara a cara, en contextos determinados, en tiempos y jornadas preestablecidas por las instituciones educativas; compartirá su tarea formativa con la educación a distancia o virtual.

La educación virtual es “una modalidad educativa apoyada en las redes de comunicación, la informática e Internet, que utiliza un sistema de estudios apoyados sobre un diseño instruccional, orientado por una propuesta pedagógica de gradualidad analógica, para llevar formación profesional a regiones y contextos sociales, que por sus condiciones no están dentro de la cobertura de las universidades tradicionales” (Parra, 2007: 15)

Comporta entornos inéditos, que rompen con la visión de la escuela tradicional. Una biblioteca, un jardín, una oficina, la casa, etc., constituyen escenarios que hacen posible, desde el dispositivo personal de un ordenador conectado a Internet, esta modalidad educativa. Por otro lado, las facilidades que brinda respecto de la distancia, tiempo, recursos, costos, etc., la hacen ser una oportunidad formativa para quienes por cuestiones personales, familiares, laborales, físicos, económicas, etc., le resulta imposible asistir a la escuela presencial.

Dentro de sus principales características destacan los elementos tecnológicos que la soportan; es decir, la educación virtual, requiere en primer lugar de una plataforma tecnológica, este soporte será el motor que impulse todos los demás elementos de su propuesta pedagógica, ya que en esta plataforma se instalan los programas, materiales, diseños instruccionales y todo aquello que haga posible al aprendiente encontrar certidumbre respecto de su proceso formativo (Parra, 2007). En algunas de las universidades que ofertan ese tipo de educación, la rapidez y facilidades que brinda la plataforma tecnológica constituye el factor clave para que los aprendientes decidan o no realizar estudios de licenciatura o posgrado. En México, algunas de las Universidades que se destacan por su plataforma tecnológica son la UNAM y el Tecnológico de Monterrey, entre otras.

El espacio en el que se construye el conocimiento en esta perspectiva educativa es el aula virtual, concebida como “el escenario donde se producen las prácticas pedagógicas. Abarca los procesos y relaciones que allí se producen y en donde se dan formaciones específicas, configuraciones de tareas y de encuentro entre los actores” (Parra, 2007: 26) Es este el espacio en el que los aprendientes construyen el conocimiento mediante procesos de interacción con los grupos de aprendizaje y con los docentes. Representan el lugar en el que se encuentran las materias de estudio, así como los materiales de aprendizaje.




Las organizaciones virtuales deben actuar en función de los siguientes parámetros:
1. No presencialidad, es decir asincrónico ( sin coincidencia en el tiempo y en el espacio)
2. Transversal, para favorecer el trabajo multidisciplinario e interdisciplinario de los aprendientes
3. Global, concebido como un todo, holístico.
Estos parámetros confieren a la educación virtual características singulares que permiten suponer una revolución en los procesos de enseñanza.

Otra característica de esta modalidad educativa es el tipo de aprendientes que conforman los grupos de aprendizaje. Regularmente se trata de personas que rebasan la mayoría de edad. Su presencia en la educación virtual, obedece a diferentes razones que regularmente tienen que ver con la disposición de tiempo, trabajo y compromisos personales, en otros casos su presencia se debe al tipo de programa que se ofrece y que no existe en la educación presencial.

El aprendiente en los entornos virtuales es un sujeto activo, con iniciativa propia; un investigador recursivo, autónomo, con juicio crítico, capaz de autorganizarse y creador de sus propias estrategias de estudio; organizado en sus tiempos, sus tareas y responsabilidades.

El papel del docente en los entornos virtuales adquiere un significado especial, funge como mediador virtual, actúa como un orientador o facilitador del aprendizaje, su mediación se manifiesta en las estrategias didácticas para la selección, ejecución y evaluación, pero también en la capacidad para motivar, estimular y empatizar con los grupos de aprendizaje.

La metodología está centrada en el estudiante, esta debe ser flexible, de cooperación, personalizada e interactiva. Cada materia de formación debe disponer de una serie de posibilidades de trabajo; debates, foros, mensajes electrónicos, actividades, enlaces, etc.

Aunque en la actualidad existen muchos detractores sobre este tipo de educación, al ser juzgada como superficial, de poca calidad, sin referencia inmediata para la actividad profesional, porque no se pone en contacto a las aprendientes con el mundo real de trabajo, son más sus virtudes que sus limitaciones. La diferencia más importante entre la educación en la presencialidad y en la virtualidad reside en el cambio de medio y en el potencial educativo que se deriva de la optimización del uso de cada medio.

Educar en la virtualidad comporta construir nuevas relaciones, genera procesos de convivencia entre los grupos de aprendizaje, hace posible traspasar el umbral de lo cotidiano; constituye una nueva experiencia para la comunicabilidad humana. “Los ordenadores no solo hacen cosas para nosotros, sino que hacen cosas con nosotros, incluyendo a nuestros modos de pensar sobre nosotros mismo y otras personas” (Turkle, 2001: 36).

Configura una forma de ser y hacer, adquiere un sentido especial cuando los aprendientes se expresan en la libertad a través del correo electrónico, chat y grupos sociales, no solo para aprender sino también para relacionarse en la intimidad de sus emociones, pasiones, deseos, sentimientos, etc., en los que se proyectan sus propios dramas y esperanzas. Su influencia sutil adquiere proporciones inusitadas en la construcción de una nueva cultura, que configura un nuevo tipo de sociedad virtual.

Pero también es justo mencionar que este tipo de educación puede ser un eslogan o un recurso para que instituciones escolares sin ética ofrezcan este tipo de servicio sin contar con las condiciones adecuadas para su operatividad y sin docentes que estén debidamente capacitados en el manejo de las tecnologías de la información y del conocimiento, en propuestas pedagógicas innovadoras, porque como hemos visto el docente en la presencialidad y en la virtualidad comportan diferencias que implican el desarrollo de habilidades digitales, conceptuales y motivacionales que inviten a formarse en estos entornos de aprendizaje.
Formación y transformación docente: Del abc de profesor a la www
La generación de información y conocimiento a través de Internet ha roto con la idea del saber acabado. Segundo a segundo nuevos descubrimientos e innovaciones muestran la precariedad del conocimiento enciclopédico, pero también la prescripción de nuestros procesos formativos.

En las sociedades de hoy, las profesiones tienen fecha de caducidad. La evolución del conocimiento y las nuevas necesidades formativas, instan a re-aprender para adecuarse a las exigencias de la postmodernidad. Este fenómeno alcanza a la docencia. Si ayer era suficiente la preparación que se recibía en las instituciones encargadas de formar a los docentes, hoy ya no lo es, porque las necesidades educativas de los docentes y aprendientes son distintas.

La reorganización de los sistemas y estructuras de los estados nacionales, la fuerza de la globalización, el mercado laboral y la construcción de una nueva cultura, mediadas por el desarrollo de los medios digitales, impone un reto enorme para los educadores. Tendrán que salir de su estado de confort y adecuarse a las condiciones actuales.Tarea complicada por la resistencia al cambio y por el pesimismo que se tiene respecto de las potencialidades de los medios digitales para educar.

La brecha entre docentes conectados y desconectados, entre quienes ha desarrollado habilidades digitales y los que siguen trabajando con gis, pizarrón y libro, aun es enorme. Mientras que los aprendientes se encuentran atrapados y eclipsados por los alcances de estas tecnologías, los docentes bregan un paso atrás. Siguen atrapados en el inmovilismo, en el estatismo, en la resistencia a romper paradigmas, en la seguridad de sus prácticas, en el tradicionalismo que les impuso la escuela del pasado.

En el mar de las justificaciones para incorporar las tecnologías de la información y comunicación en los procesos educativos, como la negativa para crear una cuenta de correo electrónico, la adquisición de un ordenador, la antigüedad en la docencia, las pocas habilidades digitales, la formación continua, etc., indican una fuerte resistencia al cambio y a la actualización docente.

Si bien en muchas de las instituciones escolares se cuenta con aulas de medios o sala de computación, los docentes de algunos niveles educativos aprovechan estos espacios para dedicarse a otras actividades; en otros casos la instrucción se limita a la alfabetización digital más que en potenciar su uso como medio creativo para enriquecer sus prácticas pedagógicas.

Desde el lado de la institucional los responsables de los sistemas educativos están realizando esfuerzos importantes para actualizar en forma permanente a sus docentes; ofreciendo diplomados, talleres y cursos, sobre habilidades y competencias digitales, pero estos cursos resultan inadecuados y en la mayoría de los casos se quedan desiertos.

Como se puede desprender de lo dicho hasta ahora, los docentes de hoy deben resignificar su labor, comprometerse con la formación continua y permanente y reconsiderar que si se quiere estar en sincronía con los tiempos actuales es preciso integrarse y utilizar las potencialidades de los medios digitales. Hace falta re-pensar que la actualización y formación docente necesita de una actitud comprometida y consciente de los educadores, hace falta dar el salto evolutivo hacia la sociedad de la información y del conocimiento y la única manera de lograrlo es configurando una nueva formación docente.

Si seguimos pensando que las tecnologías de la información, lejos de facilitar la tarea educativa la entorpecen, seguiremos transitando por un sendero que apuntará hacia la crisis educativa que vivimos.
Las tecnologías de la información y la comunicación, resultan ser recursos inusitados para enriquecer nuestro práctica docente. Las experiencias personales que los docentes y aprendientes configuran a través de los medios digitales, son una prueba del poder creativo que despliegan. La formación docente para la transformación educativa en la era digital, es un imperativo que no puede seguir soslayándose.

En este análisis y reflexión sobre las características que deberá tener el nuevo docente en la era digital, conviene ser cautos; la formación docente para la transformación educativa no se resolverá con un listado de buenas intenciones, es necesario, además, tomar consciencia de que el elemento de transformación en la formación docente debe iniciar por cuenta propia, por el deseo de seguir aprendiendo a lo largo de la vida, por amor a la docencia, por el compromiso que tenemos con la educación; porque en ninguna actividad se resienten los efectos de forma dramática como en la educación.

Por lo que se ha dicho hasta ahora, se considera que algunas de las características que deberán tener los nuevos docentes de este siglo serán:
• Una persona abierta al cambio, capaz de experimentar y mirar a los medios digitales como herramientas pedagógicas para estimular el aprendizaje
• Con un amplio sentido de solidaridad, responsabilidad, empatía y asertividad
• Colaborativo y cooperativo con sus aprendientes y con su propia red académica
• Con habilidades digitales y organizativas para acceder a la red, consultar información, crear recursos didácticos interactivos, multimedia, adecuar contenidos, diseñar su planeación didáctica y metodología, etc.
• Una persona que respeta y conoce a sus aprendiente, sin que la edad, nivel social, capacidades, sean limitaciones para excluirlo del proceso educativo.
• Capaz de dialogar e interactuar con sus aprendientes para motivarlos, orientarlos y valorar sus progresos formativos, tanto en forma presencial como virtual
Las características del nuevo formador son una nueva oportunidad para reinterpretar y repensar a la educación, para resituarse ante un contexto que se nos presenta abierto, incierto y complejo. Un camino nuevo a explorar que debemos tener presente para afrontar los retos formativos que se nos plantean en este nuevo siglo.

El abc del educador debe transformarse en el www (Word, wide web) para propiciar encuentros en el ciberespacio que les permita a los aprendientes reconocer su capacidad para interactuar, dialogar y construir una nueva relacionalidad humana con consciencia del mundo del que forman parte. La era digital y sus innovaciones serán en el presente, el nuevo silabario de la educación, la www desde ahora permitirá reconstruir el valor pedagógico que le otorgamos a la educación. Este es el camino que de ahora en adelante transitaremos en busca de la transformación educativa.

Conclusiones

En el desarrollo de este trabajo se describieron las revoluciones tecnológicas que impactaron a la educación y establecieron las bases o soportes que definieron sus fines y objetivos, en congruencia con las necesidades sociales y políticas de cada época.

Al analizar la forma en la que surgió la escuela y su paulatina configuración como instrumento ideológico y económico, para construir las estructuras y sistemas de los estados nacionales, se resaltó el grado de manipulación de la que fue objeto, haciendo de la empresa educativa un instrumento al servicio del estado; base desde la cual se dio forma a los sistemas escolares que aún persisten en la actualidad.

Tras analizar los efectos del control y administración estatal de la educación, se dio cuenta del fenómeno de la globalización y del surgimiento de una nueva revolución que tendría como base a las tecnologías de la información y comunicación. En este mismo apartado se destacaron las potencialidades de los medios digitales como herramientas de mediación pedagógica qué hicieron posible el surgimiento de una modalidad escolar llamada educación virtual.

Al hablar de la educación virtual se destacó que ésta complementa a la escuela tradicional o presencial y abre nuevas vías para aprender a lo largo de la vida. Para comprender las bases desde la cual se opera en la virtualidad se caracterizaron sus principales componentes.

De la misma manera se resaltaron algunos de los detractores que ponen en tela de juicio la validez de este tipo de estudios, y los riesgos que enfrentan los aprendientes desde este tipo de formación académica.

De la misma manera se expresó que la virtualidad no solo es un medio para aprender, sino también para construir nuevas realidades y formas de ser, que dan origen a nuevas identidades, emociones y estados de convivencia.

Con toda esta base se delinearon las características que debe reunir el nuevo docente de este siglo: abierto al cambio, innovador, hábil en el manejo de los medios digitales, solidario, capaz de experimentar, colaborador y cooperativo, etc., pero sobre todo con una capacidad de análisis y juicio crítico para tomar decisiones que inciten y motiven a los aprendientes a aprender.

El desarrollo sorprendente de las tecnologías de la información y la comunicación, la Galaxia Internet, el fenómeno de la globalización, el ingreso a la sociedad de la información y la comunicación, los nuevos escenarios laborales, la exigencias de la economía mundial, los problemas ecológicos, las nuevas identidades que se están conformando a través del ordenador, el desarrollo de la educación virtual y la nueva formación docente para la presencialidad y la virtualidad, son entre otros, elementos más que suficientes para reorientar el sentido de la educación.

No obstante, si el cambio solo es de discurso y no opera desde nuestra sensibilidad, desde nuestro corazón, desde nuestro ser, entonces nada cambiará en la educación. La formación docente para la transformación educativa debe ser un imperativo en el que debemos transitar para ofrecer a nuestros aprendientes mejores oportunidades de desarrollo y aprendizaje. El reto es enorme, por las dificultades que comporta superar los obstáculos y resistencias tanto del sistema como personales. Los educadores de este siglo debemos estar convencidos, para actuar en consecuencia, que ninguna actividad o profesión como la docencia, tendrá tantas consecuencias en la configuración del ser humano que habrá de seguir escribiendo la historia de la educción.

Referencias bibliográficas

 Brünner, José Joaquín (2003), Educación e Internet ¿La próxima revolución? Chile: Siglo XXI Editores.
 Duart, Josep M. y Sangrá, Albert (Compiladores) (2005). Aprender en la virtualidad. España: Ediciones de la Universitat Oberta de Catalunya-Gedisa
 Parra Castrillón, Eucario et al. (2007), Educación virtual: escenarios para la afectividad y la convivencia.
 Turkle, Sherry (1997). La vida en la pantalla. La construcción de la identidad en la era de Internet. Barcelona: PaidosCastells, Manuel (2001). La galaxia Internet. Madrid: Editorial Areté.

miércoles, 2 de marzo de 2011

EQUIDAD DE GENERO Y LIBERTADES HUMANAS

INDICE
Introducción ............................................................................................................................................................... 3
Sexo y género en las relaciones humanas ........................................................................................................... 4
La construcción social del género .......................................................................................................................... 6
Las relaciones de género en los sistemas educativos ........................................................................................ 7
Equidad de género y libertades humanas: propuesta para la transformación educativa. ............................. 9
Conclusiones ........................................................................................................................................................... 11
Referencias bibliográficas ..................................................................................................................................... 12
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Introducción
El origen de las relaciones humanas se encuentra caracterizado por estados de convivencia en las que la emoción y el lenguaje, juegan un papel fundamental en el tipo de relaciones que se establecen para hombres y mujeres. En el devenir de la historia humana, el sexo y el género, así como sus principios masculino y femenino, han servido para determinar modos de ser y hacer que los colocarán en posiciones antagónicas. Los efectos de esta separación, han tenido enormes consecuencias en la conformación de las sociedades actuales y en el predominio de una visión androcéntrica, en la que la mujer es condenada a vivir una historia de marginación, privaciones e inequidades sociales. En nuestros días, los rápidos y vertiginosos cambios que estamos experimentando en los diversos espacios relacionales en los que nos desenvolvemos, están cuestionando fuertemente el modelo de dominación de la cultura patriarcal en la que nos encontramos, porque no ha colocado en una grave crisis de identidad que atenta contra nuestra dignidad y condición humana. Pero ¿Qué papel ha jugado el sexo y el género en la definición de nuestras relaciones sociales?, ¿Cómo se construye el género?, ¿Cuáles son las características y los efectos de la cultura patriarcal en nuestras relaciones sociales? ¿Qué implicaciones tienen las relaciones de género en los sistemas educativos?, ¿Qué podemos hacer como educadores para que exista una mayor equidad de género? En el desarrollo de este trabajo se intenta dar respuesta a estas preguntas a partir de los planteamientos expresados por figuras como Maturana, Verder, Eisler, Muraro, Boff, Gutiérrez, Racionero y Krishnamurti, Peredo y Velasco; así como con las reflexiones personales derivadas del trabajo académico que se está realizando en educación básica y superior. La idea es compartir desde la razón y la emoción un punto de encuentro que nos permita transitar hacia un nuevo orden social más humano y justo. Para ello, en el primer apartado se expresan algunas consideraciones sobre la aparición y evolución del sexo y del género en los seres humanos. Al hacerlo se destacan las características biológicas y culturales que definen nuestras formas de Ser y hacer y que dan origen a diversos modelos culturales. En el segundo apartado se hace énfasis en la construcción social del género y sus principios masculino y femenino, a través del análisis de tres culturas del devenir humano llamadas matrística, patriarcal y neomastrística, para identificar el fluir emocional que las caracterizó y los modos de relacionarse que existieron en cada una. En este mismo apartado se destaca el grado de influencia, dominación y control de la cultura patriarcal para construir relaciones de desigualdad en detrimento del género femenino. En el tercer punto, se describen los efectos de las relaciones de género en los sistemas educativos y la forma en que dichas relaciones son reproducidas por los docentes, provocando inequidad y autoritarismo en la educación. En este mismo tema, se enfatiza que el sistema educativo se encuentra en una grave crisis de credibilidad por el excesivo centralismo y burocratismo que limita la acción educativa de los docentes y aprendientes. Por último, se destaca la importancia de transitar hacia un nuevo orden social de mayor equidad y libertad, mediante una propuesta de transformación educativa que considere los valores de la cultura matrística, los beneficios de la cultura patriarcal, los principios de la filosofía oriental, y del paradigma emergente de las ciencias. El nodo generador de esta propuesta es la equidad de género y las libertades humanas. En el desarrollo de este trabajo se quiere expresar que la educación de nuestro siglo, nos exige como educadores generar nuevos espacios relacionales de equidad y respeto a los derechos humanos fundamentales, para que nuestros aprendientes recuperen para sí la creatividad, el gozo y el placer de aprender.
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Sexo y género en las relaciones humanas
El sexo y el género han jugado un papel fundamental en la construcción de las relaciones sociales y parecen explicar las formas de convivencia generadas históricamente en el devenir humano. Pero ¿Cómo es que se originaron?, ¿Cuáles son sus efectos en la construcción de las sociedades? ¿Qué implicaciones tienen en nuestra cotidianidad? En las siguientes líneas se intentará responder a estas preguntas. El origen de las relaciones humanas, se encuentra ligado con los estados emocionales y la convivencia que cada grupo de seres vivos define para sí; en este proceso relacional la sexualidad juega un papel importante porque de ella se desprenden comportamientos para Ser y hacer que se reproducirán de generación en generación en la historia del ser humano. Boff (Citado en Muraro, 2004) señala que la sexualidad de los seres vivos aparece hace aproximadamente mil millones de años en los océanos como un momento avanzado de la vida, pero al evolucionar la vida se traslada a la tierra surgiendo los vertebrados y con ellos los reptiles y el huevo amniótico, originando el fenómeno de la reproducción en tierra firme y comportamientos nuevos como el cuidado parental, que anunciará prematuramente los rasgos fundamentales para la sexualidad humana; por ello, afirma que los océanos representan el gran útero que produce vidas, siendo por lo tanto “el principio femenino primordial y originario” (Boff, citado en Muraro, 2004: 27). Con el surgimiento de los mamíferos en tierra firme -hace unos ciento veinticinco millones de años- aparecen los primates y con ellos la emoción y el cuidado, elementos de convivencia que darán lugar a relaciones sociales basadas en la intimidad corporal, la compañía, el juego y las caricias; fuentes que definirán la forma de vivir la sexualidad.
De una ramificación de dichos primates se derivan los homínidos, seres dotados de memoria biológica, genética y sexual, desarrollada en continuos procesos de evolución. De sus necesidades de adaptación a las condiciones climatológicas y ambientales del planeta -aproximadamente entre siete y tres millones de años-, se genera el bipedismo y el uso de la mano como recursos de sobrevivencia, pero también para el agarre y la caricia. De este linaje surge el homo erectus, habilis y sapiens que somos. De acuerdo con la composición biológica del ser humano, la mujer tiene 22 cromosomas somáticas más un par de cromosomas X (XX), y el hombre 22 cromosomas somáticas y un par de cromosomas XY (Boff, citado en Muraro, 2004), de donde resulta que el sexo de base es femenino, no hay un sexo superior ni absoluto, sino apenas dominante. Por tanto, al ser biológicamente femeninos, el camino de lo masculino es una variación de la matriz femenina, “todas las glándulas genitales del hombre y la mujer son comandadas por la hipófisis, que es sexualmente neutra y por el hipotálamo que es sexuado. Estas glándulas secretan simultáneamente hormonas masculinas y femeninas pero en proporciones diferentes, dando lugar a las características sexuales secundarias…Por ello una mayor impregnación de hormonas femeninas o masculinas sobre las estructuras nerviosas del hipotálamo hará que la hipófisis funcione de modo femenino o masculino respectivamente” (Boff, citado en Muraro, 2004: 32) La mayor cantidad de andrógenos producidos por el hombre le permite disponer de una estructura muscular mayor, su corazón y pulmones son de proporciones ventajosos en comparación con la mujer, (Boff, citado en Muraro, 2004). La construcción de esta imagen biológica ha hecho que se le atribuya al hombre tareas más ligadas al peligro físico, la conquista territorial, la dominación y el juego de poder sobre los otros.
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En la mujer, su estructura biológico-hormonal la predispone a tareas ligadas a la producción, conservación, ternura, cuidado y desarrollo de la vida; sus relaciones personales se encuentran asociadas con la creación, sensibilidad y el amor. En las relaciones sexuales la mujer busca antes la fusión que el placer, más el cariño y la ternura que el intercambio sexual. “Como conjunto armónico, la sexualidad, la sensualidad y la ternura son los elementos o pilares relacionales que dan consistencia, estabilidad y duración a la pareja y la familia” (Maturana, citado en Eisler, 1998: Xvi).
Pero los fundamentos biológicos no son los únicos referentes para hablar de sexo, porque al mostrarse el ser humano bajo la diferencia hombre-mujer aparecen nuevos modos de relacionarse que darán pauta a la aparición del género como una expresión cultural que nos distingue y separa.
La aparición del género y los principios masculino y femenino, será el punto de mutación cultural para generar relaciones humanas de desigualdad y una visión androcéntrica en la que lo masculino se convertirá en el género dominante. Lucha, agresión, competencia y autoritarismo, serán modos de Ser y hacer que tendrán efectos enormes en la construcción de las sociedades.
Desde este nuevo espacio relacional las sociedades y sus sistemas distorsionarán el papel original de la mujer, como seres dotados de “poder para la regeneración física, iluminación espiritual y transformación” (Eisler, 1998: 13). Como mujeres capaces de vivir en armonía, solidaridad y respeto por todos los seres humanos, remitiéndolas a una vida de sufrimiento, privaciones e inequidades. Las implicaciones de este nuevo tipo de relaciones en lo sucesivo definirán nuestras conductas y comportamientos, provocando una crisis de identidad. En la cotidianidad de nuestras actividades este control y autoritarismo masculino se verá reflejado en todo lo que hacemos: ritos, costumbres, expectativas y lenguaje se verán cargados de una fuerte dosis sexista que nos dividirá y alentará la agresión y la competencia. Por ello, reflexionar sobre la sexualidad y el género abre la posibilidad para revisar el entramado sobre el cual hemos construido nuestras relaciones familiares, sociales y educativas; invita a redescubrirnos como sujetos libres, con consciencia individual y social, como seres biológicos y culturales; para reconsiderar lo que hemos hecho de nuestras vidas y las de los demás; para trazar un nuevo camino de equidad y colaboración con todos los seres humanos. Invita a transformarnos en co-inspiración con los otros y lo otro reconociendo su legitimidad y libre derecho de participación; porque mas allá de los estereotipos creados por la sociedad, los principios femenino y masculino no son antagónicos ni excluyentes, se encuentran impregnados en todo nuestro ser. Son una totalidad que buscan en la diferencia la unidad, armonía, gozo, cuidado y ternura para generar un cambio social más humano. Son opciones del vivir que nos acompañarán a lo largo de toda nuestra existencia, pero la forma de vivirlos y expresarlos dependerá del modo en que cada uno de nosotros los valoremos y actuemos.
“Lo biológico es culturizado y la cultura biologizada” (Muraro y Boff, 2004:37)
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La construcción social del género
Maturana (citado en Eisler, 1998) señala que la base de las relaciones humanas es el emocionar y convivir, transmitidos de generación en generación, a través de linajes, grupos y familias, de las que surgen las culturas. Para mostrar el proceso evolutivo del emocionar y vivir humano, distingue tres etapas o culturas: matrística, patriarcal y neomatrística.
La etapa matrística es considerada la más larga de la humanidad, probablemente existió desde hace tres o más millones de años. Su base emocional era la honestidad y colaboración entre los seres humanos. Hombre y mujer compartían un mismo lenguajear, tenían un profundo respeto por la vida, por el universo, por la naturaleza; vida y muerte representan procesos de regeneración con la madre tierra.
No existían diferencias en razón del sexo, hombre y mujer eran considerados creación sagrada, espiritual, prodigio de la naturaleza. La mujer representaba la imagen más cercana a una Diosa, porque de ella dependía el origen de la vida. Eisler (1996) denomina a este modelo, de coexistencia participativa, porque los principios masculino/femenino gobernaron juntos el mundo. Este modo de ser fue el principio de relaciones humanas solidarias y altruistas.
No obstante, este tipo de relaciones humanas se verán transformadas a partir de un nuevo emocionar y convivir que darán origen a una nueva etapa llamada cultura patriarcal. Maturana (citado en Eisler, 1998) piensa que esto ocurrió hace diez o doce mil años. Su base emocional será la desconfianza, el control, agresión, competitividad y dominio del hombre sobre todos las cosas y los seres vivos. El sentido de apropiación, impregnará las actividades de pastoreo y las sociedades cazadoras competirán entre sí para mostrarse poderosas y con poder absoluto.
En esta cultura el hombre será considerado un ser superior y la mujer será confinada a una vida de soledad y aislamiento. Eisler (1998) denomina a este modelo, de dominación, porque el control y autoritarismo masculino estarán presentes en todas las relaciones humanas, así como en el pensamiento espiritual y religioso.
En lo sucesivo esta cultura prevalecerá imponiendo creencias, costumbres, ritos, ideologías, religiones, mitos y fantasías. Será la base sobre la cual se desarrollará e impulsará el conocimiento científico, económico y político de las naciones del mundo. La humanidad será presa de los principios patriarcales, creando rivalidades, agresiones y competitividad entre todos los seres humanos. Hombres y mujeres serán divididos según su sexo, y aparecerá el género como una construcción cultural que los situará como antagónicos, asignándoles dos formas de Ser y hacer: una de trabajo, competencia, apropiación, agresión y transformación (principio masculino) y otra como cuidado, coexistencia y comunión con la realidad (principio femenino). De esta manera los principios masculino-femenino serán utilizados como instrumento de control para definir las relaciones humanas en las sociedades.
Sin embargo, Boff (citado en Muraro, 2004) señala que esta perspectiva representa una visión reduccionista y engañosa que limita la verdadera comprensión del concepto de género, pues tanto en el hombre como en la mujer coexisten al mismo tiempo los principios masculino/femenino, porque “lo femenino en el hombre y en la mujer es aquel momento de misterio, de integralidad, de profundidad abisal, de capacidad de pensar con el propio cuerpo, de descifrar mensajes escondidos bajo señales y símbolos, de interioridad, de sentimiento de pertenencia a un todo mayor, de receptividad, de atesorar en el corazón, de poder generador y nutridor de vitalidad y de espiritualidad” (Muraro y Boff, 2004: 59). Por tanto no son excluyentes, no son dualidades insuperables, sino fuente original de la vida.
“Cultura es una red cerrada de conversaciones que constituye y define una manera de convivir humano…” (Muraro y Boff, 2004:59)
“Masculino y femenino son un juego de relaciones que constituyen lo humano” (Muraro y Boff, 2004: 59)
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Desde esta afirmación masculino y femenino son recíprocos y complementarios. Lo masculino se expresa en el poder de organización exterior, lo femenino en su plenitud interior. En lo femenino emerge el cuidado, la ternura, el amor y la intimidad corporal; en lo masculino, la razón, conquista y apropiación. En lo femenino, el combate defensivo; en lo masculino el combate ofensivo; en lo femenino el viaje hacia dentro, hacia el corazón; en lo masculino el viaje hacia fuera, hacia el universo. Porque masculino y femenino existen en hombre y mujer, “como fuerzas productoras de identidad y de diferencias que se realizan en las muchas dimensiones de la realidad total” (Muraro y Boff, 2004: 59). Entonces, las diferencias que asignamos al hombre y a la mujer provienen de nuestra elaboración sociocultural, de la forma en la que vivimos estas diferencias y del valor que les asignamos en nuestra vida. Dice Eisler (1998) que el sexo no debe separarnos o distinguirnos, sino que debe ser un apoyo en la búsqueda de una consciencia superior y formas de organización cultural y socialmente más evolucionadas y equitativas.
Lo anterior solo será posible si transitamos hacia un nuevo paradigma de civilización, hacia una nueva cultura que recupere los principios de la cultura matrística y los beneficios alcanzados durante el patriarcado.
Dice Maturana (1993) que esta nueva cultura, a la que llama neomatrística y Eisler (1996) gilánica, se está gestando ahora y su base emocional son los principios de honestidad, solidaridad, colaboración, altruismo, confianza, creatividad, sinergia y el amor. Para lograrlo, Eisler (1998) propone la teoría de la transformación cultural, apoyándose en los principios del paradigma emergente de las ciencias: caos, incertidumbre, autoorganización, transdisciplinariedad, holismo, creatividad, etc, y en las nuevas ciencias de la vida. Para hacer realidad esta teoría, será necesario actuar sin simulaciones, ni falsedades, para reconocer el grado de participación que hemos tenido en la crisis que vivimos. Uno de los caminos más apropiados para iniciar esta transformación es el sistema educativo y sus instituciones escolares, pues en ellas se incuban los modelos de dominación que reproducimos como educadores.
Las relaciones de género en los sistemas educativos
Los sistemas educativos constituyen el mecanismo a través del cual se reproduce la cultura y los valores. Son la base sobre la que cada nación define al tipo de individuo que quiere para sí, pero también representan al instrumento mediante el cual se incuban los principios de control y autoritarismo de la cultura dominante.
Reflexionar y juzgar sobre sus efectos en los procesos formativos escolares en los que hemos participado, así como la relación que tienen con lo que hacemos y decimos en el desarrollo de nuestras prácticas pedagógicas, resulta fundamental para valorar sus consecuencias en la formación y desarrollo integral del ser humano. Sin duda, nuestras vidas se encuentran marcadas por los encuentros y desencuentros de la construcción social del género, lo que nos ha conducido como educadores a asumir comportamientos y conductas que son reflejo de ello, pero ¿de qué manera se introduce el género y sus principios masculino/femenino en los sistemas educativos y cómo los introyectamos en nuestros aprendientes?
Hoy en día los sistemas educativos, su estructura, funcionamiento y organización se encuentran atrapados en una grave crisis de credibilidad; por el excesivo centralismo y burocratismo que puede observarse en los siguientes componentes: normas escolares, niveles de escolarización, carreras profesionales, contratación docente, salarios y estímulos económicos docentes, reglas escalafonarias
“El sistema escolarizado es parte funcional de la sociedad, y a su vez, factor de su reproducción” (Peredo y Velasco, 2010:25)
“Para salir del patriarcado se requiere cambiar la red de conversaciones que lo constituye generando otra…” (Maturana, citado en Eisler, 1998:Xiii)
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de promoción, planes y programas de estudio, modelos de formación docente, modelos pedagógicos para enseñar, libros de texto, etc.; en cada uno de estos componentes subyace una visión “generalista” que privilegia lo masculino sobre lo femenino, como medio para imponer un sistema de vida que alienta la competencia, agresión y exclusión entre los seres humanos. Visión que desde las instituciones escolares es reproducida por los educadores como fieles instrumentos de enajenación y alienación, desempeñando roles de sumisión y obediencia por temor a trasgredir el estado de confort en el que los ha colocado el sistema. Todo lo anterior limita la acción educativa de los docentes y aprendientes y coloca a los sistemas educativos en una zona de riesgo que se agrava aún más, por los increíbles avances de la ciencia y la tecnología. El acceso al saber que representaba su monopolio y capital para persuadir, controlar y homogeneizar individuos, es rebasado por nuevos saberes, ideologías, creencias, costumbres y religiones, a las que se tiene acceso de forma inmediata, creando una nueva realidad y distintos modos de relacionarse que superan la dicotomía hombre/mujer y los principios masculino y femenino. Estos cambios están modificando la clásica función asignada a los docentes como simples transmisores de información y el papel de los alumnos como meros receptores de saberes disciplinares, para dar paso a la figura de un docente co-gestor, co-constructor de los aprendizajes y a un aprendiente que cuestiona lo que se le enseña, la forma en la se le enseña, las actividades que se le imponen y reclama aprendizajes significativos de acuerdo con la realidad en la que vive. La importancia de estas transformaciones y el tipo de relaciones que se construyen en la escuela, adquieren un papel de primer orden, porque marcarán en lo sucesivo la construcción de nuevos escenarios y ambientes de aprendizaje en las que los aprendientes vivirán procesos educativos de mayor equidad y respeto de sus derechos. En estos nuevos escenarios educativos las acciones de los docentes deberán evitar el lenguaje sexista y de género que divide. Roles, actividades, juegos, talleres, eventos culturales, concursos, expectativas y permisos, deberán ser organizados de forma inclusiva, para promover relaciones de igualdad y equidad, creando una nueva consciencia de integridad, colaboración y respeto por los derechos humanos fundamentales de libertad, igualdad, justicia y democracia. La práctica docente deberá transitar hacia modos de convivencia y de relaciones humanas más amorosas, tiernas y placenteras en las que se recupere el gusto por aprender. Las experiencias de aprendizaje en las que participen nuestros aprendientes para promover su autonomía, libertad y respeto, les brindará la confianza y seguridad para acceder a niveles mayores de escolaridad y a tomar decisiones respecto de sus vidas y su porvenir, en igualdad de condiciones y en armonía con sus semejantes sin diferencias de sexo o género. De esta manera, el género como una construcción social y su predominio masculino sobre todas las cosas, adquirirá un nuevo significado para establecer relaciones entre los aprendientes de mayor inclusión. Los seres humanos dejarán de ser un producto, una cosa, un capital “rentable”, un patrimonio que proporciona ganancias, privilegios y poder para la élite dominante. Aunque la estructura de los sistemas educativos parece ser inamovible y de difícil reacción al cambio, porque se encuentra supeditada a un sistema autoritario que deja poco margen para la libertad de hacer y Ser en el aprender autónomo, se considera que es momento de intentar, desde los principios que están emergiendo de las nuevas ciencias de la vida y de los postulados del paradigma emergente de las ciencias, una transformación cultural que aliente la construcción de una nueva consciencia individual y social que permita relaciones de género más justas y solidarias.
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En esta transformación, deberán involucrase no solo los responsables o administradores de los sistemas escolares, o lo docentes y aprendientes, sino además la sociedad y los padres de familia, porque en ellos se encuentra el primer núcleo de socialización que reciben los aprendientes y constituye la referencia de base con las que los aprendientes acceden a la escuela. Por tanto, su papel en este proceso de transformación será fundamental para compartir responsabilidades y tareas en una actividad que deberá ser de conjunto. En esta mirada crítica a los sistemas educativos, se hace evidente una series de comportamientos y actitudes de los docentes como: enajenación, desencanto, simulación, fatiga, pereza, conformismo, sujeción directiva, (Peredo y Velasco, 2010), componentes implicados que reproducen un sistema de sometimiento que atenta contra la dignidad y la autonomía del aprendiente y del profesor, provocando hastío y desencanto por aprender. Dice Boff (citado en Muraro, 1998) que la crisis que vivimos, en prácticamente todos los órdenes de nuestras vidas, está provocando una transición histórica, un punto de mutación que dará origen a un nuevo paradigma de civilización, en el que emergerán relaciones humanas más justas, equitativas y solidarias; en este proceso, la acción de los docentes será fundamental para trazar el camino y generar escenarios que hagan posible una verdadera transformación educativa.
Equidad de género y libertades humanas: propuesta para la transformación educativa.
De lo dicho hasta ahora, es evidente que necesitamos crear nuevos espacios relacionales para transformar el imaginario social construido por la cultura patriarcal. Pero ¿cómo construir nuevos espacios relacionales desde la acción educativa? ¿Cuál es el punto de partida para acceder a un nuevo paradigma de civilización? ¿Qué acciones desde la docencia se pueden emprender para construir relaciones de equidad y respeto, desde la autonomía del aprendiente? ¿Cómo ayudar a nuestros aprendientes a que asuman con autenticidad su condición humana y ciudadana, como miembros de una comunidad que tiende a ser gilánica? Dar respuesta a estas preguntas resulta una tarea compleja y difícil, porque nadie puede ostentarse como dueño de la verdad; no obstante, en un intento o aproximación se compartirán algunas reflexiones que permitan esbozar una propuesta de transformación educativa. Dice Krishnamurti (1993) que nuestro mayor reto en la vida es ser libre, libre en lo interior y en lo exterior. Libre para admirar al universo, para gozar de las maravillas de la naturaleza, para recrearnos con la vida, para disfrutar de la familia, los amigos, para enseñar y ser enseñado. Pero para lograrla es necesario despojarnos de las ataduras del pasado, de cinismos, miedos, corajes, frustraciones y simulaciones; porque nadie que pretenda ser libre puede andar por la vida cargando con todas estas actitudes y resentimientos. Ser libres es prescindir de sistemas y de una excesiva disciplina, porque la disciplina nos encajona, nos vuelve rutinarios, nos convierte en presas fáciles de alienación y control y nos impide mirar la realidad por cuenta propia. Para generar nuevos espacios relacionales desde la acción educativa, el primer compromiso es buscar nuestra propia libertad; libertad para Ser, actuar, tomar decisiones, innovar. De tal manera que en un ejercicio interno de reflexión, nos demos la oportunidad de cambiar nuestras actitudes, comportamientos y prejuicios; para decidir qué enseñar, cómo enseñar y cuando enseñar; tomando en cuenta las necesidades de aprendizaje de nuestros aprendientes. Libertad que deberá traducirse en el fortalecimiento de relaciones de cooperación, solidaridad, armonía, y de respeto por los otros y lo otro, sin categorizaciones ni adjetivos en razón del sexo y del género.
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Esto abrirá la posibilidad para que los aprendientes, opinen, juzguen y valoren sus historias de vida, sus oportunidades de desarrollo, los problemas educativos que han experimentado, sus limitaciones, lo que son y hacen; en una palabra, se reencuentren y recuperen su autoestima y confianza. Para hacer posible esta libertad es necesario crear un nuevo fluir emocional que recupere los principios de la cultura matrística como la honestidad, colaboración, altruismo y cooperación. Estos principios deberán ser vividos por los docentes y expresados en su actuar, en sus planeaciones, rutinas, lenguajes, comportamientos y conductas; deberán convertirse en una forma de vida que no sólo mostrará en la escuela, sino en todos los espacios relacionales en los que se desenvuelve. Bajo lo descrito, una propuesta de transformación educativa que pretenda lograr lo anterior, conlleva que los aprendientes comprendan que el género es una construcción subjetiva, social, que representa tan solo una cara de la moneda, pero que oculta la otra; que masculino y femenino existen integrados en hombre y mujer, de tal suerte que puedan recuperar para si su condición de seres humanos, su capacidad de amar, sentir, de expresar emoción y placer por aprender, pues de esta manera su paso por la escuela no se convertirá en una pesada carga impuesta por la sociedad. Desde estas reflexiones, los descubrimientos de las nuevas ciencias de la vida, los principios filosóficos de las culturas orientales –hinduismo, taoísmo y el zen- que ven la vida como cambio, transformación, como regeneración, como oportunidad de abrirse a la turbulencia de un mundo complejo, dinámico, siempre en constante movimiento (Racionero, 1993); así como los principios del paradigma emergente de las ciencias –caos, incertidumbre, complejidad, creatividad, holismo, transdisciplinariedad, etc.- nos brindan la posibilidad de co-construir una nueva educación que supere la estrechez y fragmentación de las relaciones humanas que vivimos. Sustentado en estos principios, la propuesta de transformación educativa puede girar en torno del nodo “Equidad de género y libertades humanas”. La idea es transitar hacia un cambio intencional y consciente de nuestros aprendientes, a partir del análisis de casos, experiencias de vida, videos, etc., de temas transversales y transdisciplinares que les resultan significativos, y que no representen una carga adicional para el docente, sino que puedan ser vistos y vividos en el desarrollo de las actividades escolares cotidianas. En función de lo anterior, algunos de los temas que pueden ser utilizados en forma transversal por los docentes para sensibilizar a los aprendientes respecto de la equidad de género, la libertad y los derechos humanos pueden ser los siguientes:
1. Nuestra condición humana: ser y hacer
2. La construcción de nuestras subjetividades (historias de vida)
3. Las nuevas parentalidades
4. La interpretación de la vida escolar a partir de la equidad de género
5. La autoorganización y el aprendizaje autónomo
6. Libertad y creatividad para aprender
La idea de presentar una lista de nodos de ninguna manera es impositiva, en el fondo, los nodos representan tan solo el pretexto para que se ponga en el tapete de la discusión el tema del sexo y el género, a fin de iniciar procesos de diálogo, discusión y reflexión que nos permitan, desde el inicio ir entramando nuevos espacios de convivencia que deriven en la construcción de nuevas relaciones sociales, en donde el docente será un co-gestor, un elemento más del entramado y los aprendientes sujetos activos, críticos y propositivos, que en la interacción con el grupo den cuenta de sus necesidades, deseos, aspiraciones y perspectivas personales. Como toda propuesta, el punto de conflicto puede ser la simulación a la que tanto estamos acostumbrados, y que los docentes aborden los contenidos desde una visión academicista, perdiéndose el verdadero sentido de esta experiencia, que es vivir las relaciones de género de manera directa, en carne propia y no a partir de conceptos académicos.
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Como se señaló en párrafos anteriores, dar respuesta a las interrogantes con las que se inició este apartado, no solo dependerá de nuestro saber y experiencias, sino de la convicción para actuar que tengamos. La propuesta es un llamado a la creatividad, sensibilidad, libertad, solidaridad; a abrir nuestro corazón emoción, pasión, a formas renovadas de comprensión del Ser persona y a descubrir lo valiosamente humano en el proceso de crecimiento de género.
Razón, emoción y acción, representan las cartas con las que iniciamos este juego, la forma de combinarlas o cambiarlas, dependerá de nuestras habilidades para saber jugar y relacionarnos, dándole un nuevo sentido a la educación que permita que nuestros aprendientes recuperen la ternura, caricia, el gozo y el placer por aprender, a partir de relaciones amorosas y cálidas, pero sobre todo más humanas.
Conclusiones
A lo largo de este trabajo se han descrito los efectos de la construcción social del género en nuestras relaciones humanas, se señaló que la cultura patriarcal se encuentra en punto de mutación en la que su existencia se encuentra al borde de un colapso, debido a las desigualdades, inequidades y condiciones de marginación en las que ha colocado a las mujeres y a los hombres, por su persistencia en verlos como antagónicos. Se señaló también que debido al autoritarismo del modelo de dominación patriarcal, se necesita transitar hacia un nuevo orden social más justo y humano, que haga posible la aparición de nuevas relaciones humanas, en las que se recuperen los valores de honestidad, colaboración y altruismo de la cultura matrística, así como los beneficios en la ciencia, la educación y la tecnología de la cultura patriarcal, para darle forma a una nueva cultura llamada neo-matrística que está ya por emerger y que solo requiere de la acción decidida de los seres humanos para crear un nuevo emocionar y lenguajear que nos conduzca a ella. Se enfatizó también que la presencia del modelo de dominación, ha invadido los sistemas escolares, creando relaciones de exclusión y violencia institucional en hombres y mujeres, al categorizarlos a partir del sexo y género, provocando una crisis de identidad y de conciencia humana. De destacó también que este autoritarismo y control ejercido por los sistemas educativos, a partir de su estructura, organización y funcionamiento limita la acción educativa creativa del docente y lo convierte en instrumento de alienación de las futuras generaciones de aprendientes, bajo la amenaza institucional de perder su estabilidad laboral. Todo lo anterior permitió presentar una propuesta de trasformación educativa, cuyo nodo generador es la “Equidad de género y las libertades humanas”. La base para operar esta propuesta se encuentra en reconocer que nuestro gran reto en la vida es ser libres en lo interno y en lo externo. Asimismo se sugirió que dicha propuesta se sustente en los principios de la cultura neo-mastrística, así como en los principios filosóficos orientales y del paradigma emergente de las ciencias, por representar una nueva forma de comprender los nuevos desafíos educativos. Se enunciaron algunos de los posibles nodos o temas que pueden ser el punto de partida para operar, en las instituciones escolares dicha propuesta de transformación educativa, enfatizando que de ninguna manera representan un listado de temas categóricos, pues estos son tan solo el pretexto para dialogar, juzgar y valorar los efectos de la relaciones que generamos todos los días en los diversos espacios en los que convivimos.
Si queremos transformar la educación es necesario actuar con decisión y empeño, evitando las simulaciones que tanto daño le han causado a nuestro sistema educativo. Nuestro gran desafió es reconocer la esencia del ser humano, sin distingo cultural e ideológico de ser hombre o mujer para
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modificar la imagen de sí mismo, de sí misma y de la otra y de lo otro, lo que implica una verdadera transformación en el Ser y en el hacer, en el modo de pensar y hasta en el modo de soñar.
Referencias bibliográficas
 Eisler, Riane (1998). Placer sagrado. Sexo, mito y política del cuerpo. Chile: Cuatro Vientos Editorial (Volumen 1).
 Eisler, Riane (1996). El cáliz y la espada. Nuestra Historia, nuestro futuro. Chile: Editorial Cuatro Vientos.
 Gutiérrez, Francisco y Cruz Prado (2000). Género y nueva ruralidad. Proceso en construcción. Editorial IICA.
 Krishnamurti, Jiddu (1993). La libertad interior. Barcelona: Editorial Kairós.
 Maturana, Humberto y Verden-Zöller, Gerda (1993). Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano. Desde el patriarcado a la democracia. Chile: Instituto de Terapia Cognitiva.
 Muraro, Rose M. y Boff, Leonardo (2004). Femenino y masculino: una nueva conciencia para el encuentro de las diferencias. Madrid: Editorial Trotta.
 Peredo, Beatriz y Velasco Toro, José (2010). Apatía. Reflexiones para la transformación educativa. Xalapa, México: Editorial Arana
 Racionero, Luis (1993). Oriente y Occidente: Filosofía oriental y dilemas occidentales. Barcelona