sábado, 8 de mayo de 2010

LA DECONSTRUCCIÓN DE LA PRÁCTICA DOCENTE DESDE LA VISIÓN NEUROCIENTÍFICA

HECTOR MARTINEZ GUERRERO


Eric Jensen, neurocientífico miembro de la International Society of Neuroscience, nos acerca, a través de su obra “Cerebro y aprendizaje”, a conocer y descubrir la forma en la que funciona, opera, procesa y reacciona el cerebro humano a numerosos eventos y situaciones. Describe los resultados neurocientíficos de diversas investigaciones y experimentos que muestra la potencialidad e importancia que debe tener para los educadores el conocimiento del cerebro y sus implicaciones en el aprendizaje.

La obra resulta de un valor didáctico inapreciable porque además de brindarnos conceptos y teorías sobre las funciones neuronales, proporciona sugerencias prácticas para estimular su desarrollo en los diversos entornos pedagógicos. Invita a revalorar el papel como educador y a confirmar que los componentes biológicos y químicos son determinantes y se expresan en el actuar de nuestros alumnos, estimulando y desarrollando sus niveles de inteligencia.

Cerebro y aprendizaje es una reflexión abierta para que los educadores, recapacitemos respecto de nuestras actuaciones en aula, nuestros estilos de enseñanza, la forma en la que hablamos, lo que decimos, el tono de nuestra voz, nuestras acciones y reacciones, las condiciones ambientales del aula, los diversos entornos de aprendizaje, la importancia de una adecuada alimentación, los efectos de una pertinente estimulación, las consecuencias negativas del estrés, la importancia del descanso para el aprendizaje, el papel de la motivación, etc.

Destaca de manera muy clara el papel fundamental que juega la familia en los primeros años del desarrollo cerebral de los niños, y los efectos negativos de una inadecuada estimulación temprana, juzga los efectos negativos de la TV, el uso y consumo de productos nocivos para la salud, la violencia familiar, etc. Afirma que todas estas situaciones producen alumnos aislados, agresivos, pasivos, con dificultades para aprender, con baja autoestima, con cansancio que deviene en un bajo rendimiento escolar.

Jensen señala que debemos romper con las actuaciones rutinarias, mecanizadas que nos acompañan en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje; y en su lugar abrir nuestras mentes para construir actividades creativas, dinámicas, interactivas, que alienten la formación integral de los alumnos; aprovechando adecuadamente cada espacio de aprendizaje.

Por tanto, los docentes no solo debemos ver a nuestros alumnos como sujetos procesadores de información sino como sujetos biológicos, físicos y químicos que viven, sienten, reaccionan y actúan dependiendo de una serie de circunstancias que los van a determinar como seres humanos.

Debemos entonces enseñar a nuestros alumnos y sus padres, lo que significa y representa el cerebro en nuestras vidas, cómo funciona, como aprende, cómo se desarrolla, que lo motiva, que alimentos necesita, cómo se estimula, estresa, etc. Compartir información que les haga analizar y valorar el aprendizaje como un proceso vivo que ocurre en diversos escenarios.

Es necesario resignificar el concepto que le atribuyo a mi práctica docente, tener en cuenta que mi enseñanza no solo se limita a la transmisión de conceptos, teorías, habilidades y actitudes, sino a la formación integral de un educando relacionado con el medio, la naturaleza, sus semejantes; es decir, el todo. Y que en este proceso de formación, las percepciones, emociones, reacciones, olores, sabores, colores, son fuente biológica y química de nuestro organismo y de nuestro deseo por aprender y progresar.


Sugiere que como educadores reconsideremos con nuestros alumnos el valor de la alimentación sana basada en el consumo de verduras, agua suficiente (dos litros diarios) por ser fuente de energía para el cerebro, disponer de tiempo de descanso para que nuestro cerebro procese adecuadamente la información, persuadir el uso de la tv, promover los juegos que ayudan en el desarrollo motor, visual, kinestésico, enriquecer nuestros entornos de aprendizaje, decorando el aula con móviles, mapas, etc., organizar debates, dramatizaciones, proyectos, excursiones, cambios de aula, invitados especiales, oradores. Incorporar en nuestras clases la enseñanza de las artes, la música y la educación física, porque ellas contribuyen en el desarrollo pleno de nuestro cerebro y ha demostrando que su ejercitación permite formar alumnos con mayores habilidades para resolver problemas de la vida. Proporcionar feed back o retroalimentación continua, ejercitar el cuerpo, mover los músculos, correr, brincar, cantar, gritar, saltar, etc.

Por tanto, Jensen me hace reflexionar y revalorar los procesos de enseñanza-aprendizaje que desarrollo, para tener cuidado y no caer en la predictibilidad, es decir, en la monotonía y el tedio. Me invita a reformular la concepción de un alumno que es al mismo tiempo biológico, físico y químico, para tomarlo en cuenta en los procesos de planeación didáctica que realizo.

A partir de esta lectura creo que debo experimentar la emoción y transitar por un nuevo escenario de aprendizaje en la que vea a mis alumnos como sujetos únicos e indivisibles que requieren, a partir de sus diversos componentes, actividades que desarrollen aun más su cerebro.

Referencia Bibliográfica.

Eric Jensen, (2004). Cerebro y aprendizaje. Competencias e implicaciones educativas. Ediciones Narcea, S.A., Madrid, España,

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