miércoles, 18 de noviembre de 2009

DE LA FORMACION DISCIPLINAR A LA FORMACION TRANSDISCIPLINAR. Héctor Martínez Guerrero



"No importa lo que hicieron de nosotros sino lo que nosotros hacemos con lo que hicieron de nosotros". G. Marcel

Introducción.

Definir una intencionalidad individual resulta una actividad difícil y complicada, cuando se parte de una formación mecanicista y simplificadora en la que los estereotipos y patrones para saber, hacer, decir y actuar se han desarrollo por largo tiempo en diversos contextos; por tanto, salirse de estos esquemas o romper con estos patrones aprehendidos es una tarea incierta y compleja. Sin embargo, uno de los posibles caminos para transformar la visión reduccionista, impuesta por la ciencia del siglo pasado y por los intereses de una sociedad que alienta la fragmentación del conocimiento y la pasividad de los seres humanos, es atreverse a transgredir el perfil en el que fuimos formados o deformados en nuestro devenir histórico. En congruencia con lo anteriormente descrito y parafraseando al Grupo de Asesores de este Doctorado en Educación (Comunicado No. 1, 2009) "Me chifla", emociona y apasiona, hablar y reflexionar sobre el tema de la formación docente ya que es uno de los mas graves problemas que enfrentan las sociedades actuales, tanto a nivel nacional como internacional, debido a la excesiva fragmentación del conocimiento en unidades parcelarias que fomentan la división en campos de saber y fabrican especialistas que dejan de lado la visión hologramática del conocimiento y se ciñen al viejo paradigma cartesiano del siglo XVI, mecanizando y dividiendo al universo, a la naturaleza y al hombre mismo. En las páginas que siguen, se intenta reflexionar sobre las implicaciones y consecuencias de la formación disciplinar que se encuentra impregnada en todos los campos del conocimiento presente hasta nuestros días en todas las instituciones educativas, y su relación con la cara opuesta de la moneda: la transdisciplinariedad.

El Ensayo, como un primer ejercicio académico de este Doctorado, representa el producto de la reflexión de las lecturas realizadas en este primer núcleo de aprendizaje y el intercambio de experiencias compartidas durante las sesiones de estudio con el equipo de trabajo. Pese al riesgo que pueda derivarse de las afirmaciones que se sostienen en torno de este controvertido tema por parte de quienes tendrán la responsabilidad de valorarlo, considero que hemos sido seducidos y engañados por los que se consideran portadores de la verdad, y por ello recibimos o nos formamos disciplinariamente través de mecanismos tradicionalistas que solo alientan la visión reduccionista de la realidad o como afirma Freire solo se promueve la educación bancaria, sin considerar que "Nadie educa a nadie, ni el hombre se educa así mismo, el hombre se educa en comunión con los otros" (Freire, 2008).


Por tanto, el Ensayo describe y comparte las experiencias formativas en las que se ha participado tanto a nivel de aprendiente como de profesionista de la educación en diversos niveles escolares, por ello, no es ni empírico, ni solo descriptivo, intenta conjuntar experiencia con aportes teóricos que le permitan darle congruencia, objetividad, sentido e intencionalidad.

El origen incierto y complejo: la evolución del ser humano. La aparición y evolución del ser humano sobre la faz de la tierra, desde hace mas de un millón de años, dio origen en el siglo XVII y XVIII a múltiples explicaciones creacionistas, fijistas y catastrofistas que fueron sustituidas paulatinamente por las ideas de Jean Baptiste Lamarck a mediados del siglo XVIII y mas tarde por la teoría de la evolución de Charles Darwin, así como por las ideas neodarwinianas (Capra, 1998), y la teoría de la coevolución (Briggs, 2005). Así pues, desde las posiciones deterministas que colocan al ser humano como un ser supremo, capaz de adaptarse a todas las condiciones inclementes de la naturaleza para sobrevivir, colocándolo en la cúspide de la creación, hasta aquellas que postulan que su origen y evolución no es jerárquica, sino un proceso incesante que produce a cada momento nuevas variedades y especies, sin que ningún elemento sea superior o a mas evolucionado que los demás, nos conduce a reflexionar que la evolución no es un asunto de supremacía, pues "La cima no domina el fondo, el fondo no se eleva hacia la cima" (Briggs, 2005:203). Es decir, no existe jerarquía, sino distintos niveles de evolución, y un nivel no obedece las mismas leyes que otro, aunque los procesos que operan en cada uno se realimentan recíprocamente en telarañas de relaciones (Briggs, 2005). Para soportar la idea anterior, Jantsch (citado en Briggs, 2005:209) desarrolla una teoría que rompe con las ideas jerárquicas de los neodarwinianos llamada evolución-espejo (coevolución), según la cual la coevolución es el enfoque estructuralista disipativo del origen de las especies. Considera que el neordawinismo brinda un cuadro limitado del cambio de las formas biológicas. No niega la adaptación ni la lucha de los individuos por la supervivencia pero no las considera la principal fuerza impulsora del desarrollo de nuevas formas de vida. Jantsch (citado en Briggs, 2005:209) afirma que: "si el significado de la evolución estaba en la adaptación y en aumentar las probabilidades de supervivencia, como se afirma a menudo, el desarrollo de organismo más complejos habría sido inútil e incluso erróneo". Por tanto, la coevolución enfatiza la cooperación evolutiva, una cooperación notable en su especie. La base de la coevolución es simple. El desarrollo de las estructuras en lo que se denomina microevolución refleja el desarrollo de las estructuras de la macroevolución y viceversa. Las microestructuras y las macroestructuras evolucionan juntas y en conjunto. En la evolución-espejo la muerte de las especies o los ecosistemas no se considera una falla de adaptación de las entidades. Las especies aparecen y desaparecen como aspectos del despliegue coevolutivo general. Desde la perspectiva coevolucionista, el pasado y el presente parecen coexistir en una realidad dimensional más elevada que llamamos futuro.


La coevolución rechaza el neodarwinismo y afirma que las formas de vida no se crean pieza por pieza en pequeños cambios: son estructuras disipativas que surgen espontánea y holisticamente del flujo de macroprocesos y microprocesos y no a través de un proceso de jerarquías. Ahora bien, sea cual fuere la explicación mas convincente sobre el origen y evolución humana, lo que vale la pena destacar es la imagen que poco a poco se ha ido perdiendo del ser humano en contacto directo con la naturaleza, pues como apunta Capra (1998) el hombre con la intención de dominar a la naturaleza pierde la dimensión de su entorno y termina dañando al medio ambiente, en el afán obsesionado del crecimiento y la expansión, sin darse cuenta que se destruye a si mismo. La afirmación de Capra (1998) guarda sentido si se relaciona con los fenómenos físicos, biológicos, químicos, sociales, psicológicos, etc., que se presentan hoy en día y que muestran que los procesos vitales del universo y de las sociedades se están alterando, basta citar como ejemplos: el fenómeno del niño, la lluvia ácida, el calentamiento global, la clonación, las drogas, las armas químicas, la xenofobia, el racismo, la violación, el secuestro, etc., signos de una crisis mundial que está lenta y gradualmente apuntando hacia la desaparición del planeta y del ser humano. Recordemos que desde la aparición del ser humano en el planeta, la naturaleza ha sido un factor de vida y desarrollo, de vida porque en ella encuentra los satisfactores para su subsistencia, de desarrollo porque el deseo de trascender en el tiempo, lo llevó a descubrir actividades como la agricultura y el comercio que marcó el inicio del sedentarismo y la aparición de nuevas formas de relaciones humanas, de estructuras sociales mas complejas que derivaron en la aparición de la civilización. Con el surgimiento de la civilización y el creciente aumento de la población se impone dar un orden. Este orden se traducirá en normas o reglas de actuación que delimitan derechos y obligaciones para sus integrantes, pero que lo divide y aísla en relación con los demás. Es el origen de la simplificación, es el nacimiento del paradigma mecanicista o simplificador del siglo XVI y XVII. La aparición de las sociedades modernas se verá acompañada por el desmedido interés de controlar el destino del hombre, quienes detentan el poder gobernaran sus mentes, sus acciones, definirán sus saberes, lo despojarán de su estado natural, lo desvincularán de su contexto ambiental, lo distanciaran de sus semejantes. Al dividir a la sociedad en grupos y clases sociales, determinadas por los bienes materiales que se poseen, los bienes morales y espirituales no serán de importancia para la sociedad de este tiempo, el valor de la persona se medirá en función de sus pertenencias. Como la formación en la vida y para la vida parece ser el primer eslabón en la cadena interminable de conocimientos que le son transmitidos al ser humano, oculto en dicho proceso, el hombre se alinea, degrada, se llena de vanalidades, sucumbe ante el conocimiento desuncido hasta entonces, se divide perdiendo el contacto con el universo y los otros seres humanos, esta será la marca propia de su siglo. 6
Pronto el hombre entra en una barbarie con su propia generación, con su especie misma, con su destino, día a día se engranan nuevas conflictos que amenazan su dignidad, se asienta en la lógica del mercado, en la posesión de bienes, en la legitimación del que más tiene, se da paso a lo indescriptible a la deformación o degradación del ser humano y de su especie. Ha empezado la formación (o deformación) que imponen los otros ungidos en una escala jerárquica de dominación, es el control de los más aptos para conformar el modelo de sujeto que otros quieren, para imponer su visión, su marca, su forma, para controlar sus destinos, sus mentes, sus acciones, es la desposesión simbólica conciente e inconciente en la que se coloca pasivamente el ser humano y que marcará su devenir y porvenir trazado por otros, ha iniciado la formación (o deformación) impuesta por quienes se dicen ser dueños de la verdad, es el origen de lo incierto y lo complejo.

Formación o deformación del ser humano. La palabra formación proviene del verbo latino formare que significa dar forma, es decir, asignar un molde, una marca, una figura, dar un orden, adiestrar, criar, educar. Por tanto, la formación consiste en la forma misma que se ha adquirido: la marca, la figura, el aspecto, el orden, etc. De esta manera, la formación de una persona se expresa a través de la forma en la que actúa, piensa, trabaja, expresa, estudia, aprende, se relaciona, vive y convive con sus semejantes. Para la visión reduccionista o simplificadora, propia del paradigma cartesiano, es un proceso permanente de adquisición, estructuración, reestructuración de conductas (conocimientos, habilidades, valores) para el desempeño de una determinada función. En sentido contrario, la palabra deformación alude a la alteración de la forma, o la pérdida de la forma, es decir, romper con sus características esenciales, transgredir lo "formado", atentar contra ello, salir de lo impuesto, romper esquemas. Inmersos en este juego de palabras, cabe preguntar si los seres humanos somos formados o deformados (consciente o inconcientemente); es decir, si adquirimos voluntariamente esa "forma", o somos alienados (deformados) como productos de una sociedad que impone y reproduce modelos a escala. Fritjof Capra (1998), afirma que el punto crucial de nuestra vida (y de nuestra formación) inicia al darnos cuenta de que los seres humanos nos encontramos ante un dilema histórico en donde será imperativo empezar a construir un camino distinto y contrapuesto al paradigma cartesiano que ha dominado desde el siglo XVI hasta nuestros días y que impuso una visión reduccionista, fragmentaria y simplificadora del cosmos y transitar hacia un nuevo paradigma que de cuenta de una visión holìstica e integradora del universo y de la realidad que enfrentamos. Para lograr este cambio es necesario revisar, analizar y reflexionar críticamente lo que hacemos, lo que somos, es decir, la forma en la que hemos llegado a ser de esta manera que trasciende a nuestro ámbito personal y que se vincula con la familia, el trabajo, la sociedad, el medio ambiente; para juzgar los procesos formativos o deformativos en los que nos hemos implicado.


Es innegable que como miembros de una sociedad y un sistema político y económico dirigido por una estructura jerárquica, somos formados bajo la premisa del ideal de hombre que la sociedad espera y por tanto presa fácil de sus caprichos y demandas en aras de la convivencia pacifica y armoniosa, que nos permita disfrutar de un trabajo estable, de una vida placentera, de una posición social que nos marca o forma como miembros distinguidos de una élite, porque esa posición pasiva que asumimos nos evita ver la realidad y nos colocamos anteojos empañados que solo nos permitan ver lo que queremos. En ese sentido, dice Morin (2003: 27), que el error, la ignorancia y la ceguera progresan por todas partes como producto de una "inteligencia ciega", misma que nos impide darnos cuenta de la desorganización de nuestro saber. "Las amenazas mas graves que enfrenta la humanidad está ligadas al progreso ciego e incontrolable del conocimiento… porque somos incapaces de reconocer y de aprehender la complejidad de lo real". Por ello, es necesario tomar conciencia de las consecuencias de los paradigmas que erosionan el saber y deforman lo real para dar paso a uno nuevo que promueva caminos diversos para comprender la complejidad del universo, la incertidumbre y el caos que impera en el orbe. La formación tradicional derivada de los arquetipos de sociedad a la que pertenecemos no debe mas alentar la idea de seres indivisos, aislados y separados de los otros integrantes de la sociedad y de la naturaleza, por el contrario, se hace necesario comprendernos como parte de un todo, como miembros de una colectividad que siente, vive, sufre y requiere ser escuchada por los demás para atender en la diversidad sus necesidades comunes.

El error ciego: la formación disciplinar. Las formación disciplinar en un determinado campo del saber, es consecuencia de la visión reduccionista del conocimiento, así como del control por parte de quienes se asumen como estructura jerarquizada y deciden los destinos de todas las instituciones del planeta. Este tipo de formación academicista, es en parte la responsable de la deshumanización que priva en muchas de las profesiones que existen en el mundo. Representa una visión limitada de la realidad. Muchos son los ejemplos que aluden a la formación disciplinaria en la que el orden se constituye en un referente obligado que no admite replica y que inconscientemente reproducimos en los diversos ámbitos de nuestras vidas. Con mucho acierto sostiene Vilar (1997) que las universidades tradicionales se dicen multidisciplinares y pluridisciplinarias pero en realidad se encuentran muy alejados de ello, ya que las rivalidades entre sus miembros, la defensa a ultranza de sus campos disciplinarios, el individualismo y la ignorancia, los limita para escudriñar en otros campos del saber.


La escuela tradicional es un claro ejemplo de la disciplinariedad de sus docentes, reproducen conocimientos como verdades acabadas, no admiten contradicciones, sus procesos de enseñanza son mecanicistas y conductistas, no existe innovación, ni creatividad en sus clases, esta se reduce a las cuatro paredes del aula, el programa de estudio y el libro de texto se convierten en los únicos instrumentos de su quehacer pedagógico, alientan la pasividad de los alumnos, se resisten a incorporar los adelantos tecnológicos, a quienes consideran sus enemigos. Es la fragmentación del ser humano y del conocimiento que se sigue propiciando en las instituciones educativas y se convierte en una pesada carga que impide procesos verdaderos de interacción recíproca entre sus integrantes. Capra (1998) y Vilar (1997), consideran que ha llegado el momento de transgredir este tipo de formación simplista y transitar hacia una visión integral, totalitaria en donde el estudio de las ciencias y del conocimiento en general se de a través de un proceso inter y transdisciplinar. Vilar (1997) estima que hace falta un nuevo paradigma (De la complejidad) que tome en cuenta la confluencia entre diversas disciplinas, sin interpenetración al aprehender-comprender-explicar-gestionar cada hecho complejo tal y como realmente es: compuesto por factores históricos-naturales-sociales-técnicos que se heterogeneizan sin interrupción, en una medida u otra. Esta visión va más allá de los actuales límites disciplinarios y conceptuales. Pero la transdisciplinariedad no es un asunto que deba tomarse como la irrupción de una moda, ser transdisciplinario es reconocer el campo en el que fuimos formados para transformarnos y construir nuevas relaciones interconectadas con los diversas disciplinas. Como afirma Vilar (1997) es conveniente contar con una especialización, como base o punto de partida, de modo que cada cual pueda adquirir una profesionalización efectiva en un determinado ámbito, pero a condición de que no se cierre en ella, sino que se mantenga una relación con otros conjuntos disciplinarios, pues en el mundo globalizado de este siglo los centros de investigación, de enseñanza, la economía, la política, etc., reclaman un nuevo tipo de formación que supere las especializaciones cerradas. Si queremos desterrar la visión caduca en la que nos formamos, se hace necesario una reforma del pensamiento y abrirnos a un mundo incierto, complejo en el que no hay verdades absolutas, sino verdades a construir a partir de una perspectiva integral, entretejida, complementaria y compleja; como dice Morin (2005) "La totalidad es la no verdad".

De la formación disciplinar a la formación trandisciplinar. Los efectos dañinos de la formación en áreas academicistas derivan en la fragmentación del saber y divide a los seres humanos en actividades concretas que les impide transitar hacia otros campos del conocimiento. El fenómeno de la globalización y la grave crisis mundial que se vive, no podrá ser resuelta mientras se siga promoviendo una educación organizada en divisiones inconexas y alejadas de la realidad.


Si las instituciones educativas no reflexionan en la organización del conocimiento que promueven en sus currículos oficiales, dando un poco de todo, sin una estructura coherente, si se sigue reproduciendo el saber como algo acabado, si los docentes siguen en la lógica de la reproducción pasiva las perspectivas de cambio o transformación que reclama nuestro mundo no serán resueltas. Por ejemplo, en el caso de la docencia, la resistencia de muchos educadores por ver a las tecnologías de la información como sus aliados y no como enemigos de su hacer pedagógico, nos muestra la cara oculta del origen de su formación disciplinar, porque como afirma Briggs (2005), el hombre se ha colocado los espejuelos del científico para ver lo que quiere ver, negándose la posibilidad de ver al mundo desde otra perspectiva, con otra intención, partiendo de la necesidad de reconocer al universo como un mundo lleno de valores, actitudes para con los seres vivos. Desde mi punto de vista, el desarrollo de la ciencia y la tecnología debe ser analizado en exactitud para determinar cuanto de ello contribuye en la generación de conocimiento útil y cuanto mas daña a nuestro planeta, solo bajo esta disyuntiva es posible que los docentes le demos su justo valor y aplicación. Tomando en cuenta que todo en el universo se relaciona y tiene que ver con lo que somos, debemos aprovechar la diversidad existente entre los individuos, sistemas, ideologías, ciencia, tecnología, para usar la gama de estos recursos para educar, para compartir y para crear, pues como afirma Morin "Las partes constituyen el todo pero el todo constituye las partes". Entonces, superar el esquema cerrado de la disciplinariedad y multidisciplinariedad que promueve la superespecialización en campos del conocimiento estancos, constituye un gran reto que puede afrontarse desde la inter y transdisciplinariedad. Vilar (1997), sostiene que la interdisciplinariedad es la relación recíproca, interpenetrada, de unas y otras disciplinas, en torno a un mismo sujeto, o situación, o problema, o estructuras- funciones- finalidades, y que a través de la inter y transdisciplinariedad se produce una fertilización cruzada de métodos y conocimientos sectoriales en pos de una integración ampliada del saber, hacia un todo relativo, manteniendo los conocimientos de las partes. Esta nueva forma de relacionarse para comprender al mundo y el saber, descansa en reconocer a cada sujeto o ser humano como alguien del que siempre será posible aprender algo nuevo, a partir de procesos de interacción recíproca, de experiencias compartidas, de la necesidad de complementarse los unos con los otros, en los que predomine el respeto, la cooperación, la tolerancia, pero sobre todo el deseo de transgredir la visión enciclopédica en la que nos formamos y transitar hacia una nueva visión paradigmática que Vilar (1997) denomina de la complejidad.

Si la complejidad se define como el tejido de eventos, acciones, interacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo; como el entramado que implica relaciones en todos los ámbitos sociales, culturales, políticos, biológicos, ecológicos, etc.; como la interacción compenetrada de los seres humanos, resulta entendible que en la perspectiva reduccionista de la ciencia, poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, descartar lo incierto, es decir, seleccionar los elementos de orden y de 10
certidumbre, quitar la ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar, se contrapongan con las ideas de la transdisciplinar. Asumir esta nueva perspectiva de incertidumbre, de caos, de desorden requiere considerar otros conceptos y actitudes: la reforma de nuestras acciones y la práctica del principio de humildad, pues no es posible construir nuevos conocimientos, trans-saberes, sin disposiciones axiológicas. La transdisciplinariedad significa el rechazo al dogmatismo, de toda cerrazón mental y de las actitudes autoritarias, vengan de donde vengan y de quien vengan. Para Morin (2003), el pensamiento complejo plantea la heterogeneidad, la interacción, el azar; todo objeto del conocimiento, cualquiera que él sea, no se puede estudiar en si mismo, sino en relación con su entorno; precisamente por esto, toda realidad es sistema, por estar en relación con su entorno. Si nuestros conocimientos siguen en la lógica de la disciplinariedad, los problemas a los que deberemos enfrentarnos serán cada vez mas graves, pues lo que se hace en el presente vulnera o alienta el futuro. Precisamente a este desajuste contribuye el sistema educativo con sus divisiones enciclopédicas, con sus áreas cerradas y circunscritas a especialidades sin un método transdisciplinar. En muchas prácticas docentes este fenómeno de la disciplinariedad parte desde la educación primaria y concluye en la educación universitaria, de ahí la resistencia a la transformación cuando se ha vivido por tiempo prolongado inmerso en una formación reduccionista que promueve el aislamiento y soledad del ser humano. Si queremos contribuir con la supervivencia del planeta se hace necesario mirar en todas las direcciones posibles, buscar en los otros las respuestas que no encuentro en mi entorno; relacionarme con el medio ecológico, escucharlo, percibir sus necesidades, trabajar inter y transdisciplinariamente en los diversos campos del conocimiento, abrirme a nuevas experiencias de aprendizaje, compartir saberes, dudas, inquietudes, temores, sentimientos, asumir una actitud empática, humilde, de ayuda solidaria, de hermano, de amigo, de padre, de profesor, etc., este camino puede ser recorrido desde la visión transdisciplinar y de la complementariedad que se encuentra implícita. Si hacemos nuestra esta perspectiva de trabajo, en los términos aludidos habremos de dar un paso importante para preservar la vida del planeta y la nuestra; como dice Morin (2003) "si queremos reformar la educación hemos de pasar por una reforma del pensamiento".

CONCLUSIÓN. En el desarrollo de este escrito se ha planteado, en líneas generales, las diversas concepciones sobre el origen y evolución del ser humano. Se destaca que los seres humanos no somos la cima del iceberg, sino que nos encontramos íntimamente compenetrados con el todo que existe en la naturaleza, se critica la visión reduccionista que alienta la formación humana en campos o compartimientos estancos que aíslan, mutilan o limitan la innovación y creatividad del ser humano y lo reduce a una máquina compuesta de partes que pueden ser arregladas u ordenadas según la lógica cartesiana.


Se critica los procesos de formación o de deformación en los que implícitamente se coloca a los seres humanos en su devenir histórico y las consecuencias de este reduccionismo que atentan contra su integridad y la del planeta. De la misma manera se reflexiona sobre los efectos de la división en especialidades del conocimiento y la forma en la que se reproduce este saber inconexo en las instituciones educativas, sin tomar en cuenta que los seres humanos no somos objetos de los que se pueda hacer modelos a seguir. Se enfatiza la necesidad de transgredir la formación alienante en la que nos educaron y se postula transitar hacia la transdisciplinariedad como una respuesta a la grave crisis mundial que aqueja al planeta. Finalmente se reflexiona sobre nuestro devenir y porvenir en la historia que nos corresponderá escribir, y se apuesta a la transformación del universo y del hombre como un todo interconectado, haciendo a un lado la visión que deforma la realidad y apunta hacia su desaparición. Si queremos preservar nuestra existencia es necesario reconocernos como sujetos en relación con el universo, con el medio ambiente, con la ciencia y la tecnología, con los otros seres humanos y con la educación que hará posible la continuación de la historia del hombre.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
1. Asesores del Doctorado en Educación Relacional y Bioaprendizaje (2009). Comunicado No. 1, Xalapa, Ver., México.
2. Capra, Fritjof (1998). El punto crucial. Ciencia, sociedad y cultura naciente. Editorial Estaciones, Buenos aires, Argentina.
3. Freire, Pablo (2000). La pedagogía del oprimido. 53°. Edición, Editorial Siglo XXI, México.
4. Morin, Edgar (2003). Introducción al pensamiento complejo. Sexta reimpresión, Editorial Gedisa, Barcelona, España
5. Morin, Edgar (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Librería Correo de la UNESCO, México.
6. P. Briggs John y F. David Peat (2005). A través del maravilloso espejo del universo. Segunda reimpresión, Editoria Gedisa, Barcelona, España.
7. Vilar, Sergio (1997) La nueva racionalidad. Primera edición, Editorial Cairos, Barcelona, España.

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