martes, 17 de noviembre de 2009

Parábola de las muletas. Héctor Martínez Guerrero

Cuento indio, en Alfonso Francia.
Documentos vivos para educadores 2.
Madrid, CCS, 1985.



Había una vez un país donde todos, durante muchos años, se habían acostumbrado a usar muletas para andar. Desde su más tierna infancia todos los niños eran enseñados a usar debidamente sus muletas para no caerse, a cuidarlas, a reforzarlas conforme iban creciendo, a barnizarlas para que el barro y la lluvia no la estropeasen.

Pero, un buen día, un sujeto inconformista empezó a pensar si sería posible prescindir de tal aditamento. En cuanto expuso su idea, los ancianos del lugar, sus padres y maestros, sus amigos, todos le llamaron loco:”Pero, ¿a quién habrá salido este muchacho? ¿No ves que sin muletas te caerás irremediablemente? ¿Cómo se te puede ocurrir semejante estupidez?

Pero nuestro hombre seguía planteándose la cuestión. Se le acercó un anciano y le dijo:

“¿Cómo puedes ir en contra de toda nuestra tradición? Durante años y años, todos hemos andando perfectamente con esta ayuda. Te sientes más seguro y tienes que hacer menos esfuerzo con las piernas: es un gran invento. Además, ¿Cómo vas a despreciar nuestras bibliotecas donde se concreta todo el saber de nuestros mayores sobre la construcción, uso y mantenimiento de la muleta? ¿cómo vas a ignorar nuestros museos donde se admiran ejemplares egregios, usados por nuestros próceres, nuestros sabios y mentores?”

Se le acercó después su padre y le dijo: “Mira, niño, me están cansando tus originales excentricidades. Está creando problemas en la familia. Si tu bisabuelo, tu abuelo y tu padre han usado muletas, tú tienes que usarlas porque eso es lo correcto”.

Pero nuestro hombre seguía dándole vueltas a la idea, hasta que un día se decidió a ponerla en práctica. Al principio se cayó repetidamente, como le habían advertido. Los músculos de sus piernas estaban atrofiados. Pero poco a poco fue adquiriendo seguridad y a los pocos días corría por los caminos, saltaba las cercas de los sembrados y montaba a caballo por las praderas.(...)

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